Día 8º: 25 Ago: Kells, Malahide, Howth.

RUTA DEL DIA:

Dublin – Kells: 65,50 kms.

Kells – Malahide: 79,90 kms.

Malahide – Howth: 11,80 kms.

Howth – Dublin: 16,20 kms.            TOTAL: 167,40 KMS.

Nos levantamos con la «sorpresa» de que a nuestro coche le habían puesto un cepo. La hora de inicio de la zona azul era a las 8:00 de la mañana y nosotros bajamos a las 8:30, con lo que el eficiente funcionario de la grúa del ayuntamiento de Dublin, le calzó un cepo a nuestro coche. Nos dirigimos a la recepción del Hostel y el recepcionista, que era español, se ocupó de llamar al servicio de grúas del ayuntamiento y después de pagar la correspondiente multa, de 80 € con tarjeta de crédito, no quedaba otra que esperar a que vinieran a quitar el cepo del coche. Buena forma de comenzar el día.

Mientras tanto, desayunamos en el Hostel, un aceptable desayuno. Poco después llegó el de la grúa y ya pudimos ponernos en marcha. En el día de hoy teníamos la intención de recorrer los alrededores de Dublin, donde también hay mucho que ver.

El primer destino fue la Abadía de Kells. Ya tuvimos ocasión de ver el libro, ahora queriamos visitar la abadía que lo guardó durante siglos. Se encuentra a 60 kms al norte de Dublin.

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La Abadía de Kells pudo ser fundada por San Columba alrededor del año 554. Sin embargo, algunos historiadores piensan que fue fundada por monjes huidos de Iona, tras la invasión vikinga de principios del siglo IX. Allá por al año 814, Cala, abad de Iona se retiró a Kells, huyendo de los vikingos. Aqui en aquella época habia una antigua fortificación. Hay quien piensa que el Libro de Kells, fue iniciado en Iona pero terminado aquí.

El libro fue bien conservado hasta que en el año 1006 fue robado. Apareció dos meses mas tarde sin las cubiertas. Los daños acusados al arrancarle las cubiertas pueden explicar la pérdida de ilustraciones al principio y final del libro.

El libro permaneció en Kells hasta 1650 cuando las tropas de Cromwell acamparon en la ciudad y el libro fue enviado a Dublin para protegerlo. Desde entonces permanece donde los vimos en el Trinity College.

De la época más primitiva de la abadía permanece la Torre Circular de 30 metros que data del siglo X. Asímismo, rodea la torre un cementerio en el que destacan cuatro grandes cruces. La mejor conservada en la conocida como Cruz de San Patricio y San Columbano. En la base se puede leer la inscripción:«Patrici et Columbae Crux». Los relieves representan a Daniel en la cueva del león, la caldera ardiente, la expulsión de Adán y un motivo de caza. En la otra parte de la cruz están representados el Juicio Final, la Crucifixión de Cristo y un carro con sus carreteros y un perro a su lado.

Después tenemos la West Cross, situada en el límite del cementerio y en la que destacan los relieves que representan el bautismo de Jesús, la caída de Adán, el juicio de Salomón y el arca de Noé. La North Cross, de la que solo se conserva la base y la East Cross inacabada con varios paneles sin esculpir. Dentro de la parte acabada cabe destacar un conjunto de cuatro figuras en uno de sus brazos y un grabado que representa la crucifixión de Cristo.

La iglesia actual data de 1778, siendo renovada en 1965. Dentro se guarda una reproduccion en facsimil del Libro de Kells. Destacan las vidrieras y en el exterior, la torre campanario exenta de la iglesia.

Dejamos Kells y su histórica abadía y nos dirigimos hacia Malahide, a 80 kms de distancia. Se trata de una localidad marítima famosa por su magnífico castillo, el Malahide Castle, que durante más de ocho siglos perteneció a la familia Talbot.

El castillo situado en una enorme finca, propiedad de los Talbot, esta cargado de historia y también de fantasmas. Hasta cinco se dice que habitan el lugar.

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Las raíces de Malahide se remotan a asentamientos alrededor del 6000 AC. Los daneses hicieron incursiones en el siglo VIII y establecieron una base. Finalmente, en el siglo XII, los normandos hicieron su aparición con la instalación de Sir Richard Talbot como Señor de Malahide en 1174, cuando este caballero que acompañó al rey de Inglaterra, Henry II, a Irlanda en 1174, recibió la concesión de las “tierras y el puerto de Malahide”.  . Malahide Castle es uno de los castillos más antiguos e históricos de Irlanda. Las partes más antiguas del castillo datan del siglo XII.

La visita del castillo cuesta 12,00 € y el horario de lunes a sábado es de 10:30 a 17:00 y los domingos de 11:00 a 18:30. Hay visitas audioguiadas en varios idiomas, incluido en español.

La casa está amueblada con muebles de época, junto con una amplia colección de pinturas de retrato de Irlanda, sobre todo de la Galería Nacional. La historia de la familia Talbot (que vivía allí) se registra en el Gran Salón, con los retratos de las generaciones de la familia con su propia historia, dentro de la, ya de por si, tormentosa historia de Irlanda. La familia Talbot vivió aqui por 791 años, desde 1185 hasta 1975, excepto un periodo desde 1649 a 1660, cuando Cronwell conquistó Irlanda y entregó el castillo a Miles Corbet, que fue ahorcado tras la muerte de Cronwell, volviendo la posesión del castillo a manos de los Talbot.

Una de las leyendas más punzante se refiere a la mañana de la Batalla del Boyne en 1690, cuando catorce miembros de la familia almorzaron juntos en esta sala, para no volver nunca, ya que todos habían muerto por la noche.

Sin duda la pieza más importante del castillo es The Oak Room, o la Habitación de Roble. Una preciosa sala revestida por paneles de roble, tallados y un magnífico techo vigas de madera.

Otras habitaciones muestran dormitorios, salas de juegos infantiles, aseos, … todas con un estilo georgiano que evoluciona del rococó al neoclásico, y bellos cuadros de los miembros de la familia Talbot.

En cuanto a los fantasmas, dicen que hay cinco pululando por estas estancias, a saber:  En primer lugar está el fantasma del joven Lord Galtrim, Sir Walter Hussey, hijo del Barón de Galtrim, que en el siglo XV murió en la batalla el día de su boda. Este Señor Galtrim deambula por el castillo durante la noche con la herida de la lanza en el costado y profiriendo terribles gemidos. Se dice que se cierne sobre el castillo para mostrar su resentimiento hacia su joven esposa, quien se casó con su rival inmediatamente después de haber dado su vida en defensa de su honor y felicidad.

El segundo fantasma es el de Lady Maud Plunkett que no se casó con Lord Galtrim, y alcanzó hasta un tercer marido, el Lord Chief Justice. En sus apariciones fantasmagóricas persigue a su tercer marido a través de los pasillos del castillo.

Puede que el más famoso, sea el fantasma de Miles Corbett, a quien Cromwell le otorgó el castillo y la propiedad durante su protectorado. Los Miles fueron privados de su propiedad y obligados a pagar la sanción de los muchos crímenes que cometieron durante su ocupación, y que incluyó la profanación de la capilla de la antigua abadía cerca del castillo. Fue ahorcado, descuartizado y cuando su fantasma apareció por primera vez parece tener forma de un soldado perfectamente vestido con armadura, pero luego se rompe en cuatro pedazos ante los ojos de cualquier persona que tenga la desagradable experiencia de encontrarse con él.

La historia del cuarto fantasma tiene un cierto grado de patetismo. En el siglo XVII, como corresponde a una familia de importancia, los Talbot siempre tuvieron un bufón entre su séquito de acompañantes. Uno de estos bufones, “Puck” por su nombre, se enamoró de una pariente de Lady Elenora Fitzgerald, que fue detenida en el Castillo de Henry VIII, debido a sus tendencias hacia los rebeldes. En una noche de diciembre, cubierto de nieve, el bufón fue encontrado cerca de las murallas del Castillo apuñalado en el corazón. El pobre Puck se apareció por última vez durante la venta de los contenidos del Castillo en mayo de 1976. Su figura de enano hace su aparición en muchas fotografías del castillo y una fotografía excepcional muestra su encantadora vieja y arrugada cara mirando por la hiedra en la pared.

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Desde hace muchos años, el castillo alberga un cuadro de una dama anónima muy hermosa, con un vestido blanco que fluye, colgado en el Gran Salón del castillo. Nadie parece saber de su identidad, o la identidad del artista que la retrató. Se dice que en ocasiones sale de su pintura y vaga por el castillo en el silencio de la noche. La reputación de haber sido vista por un gran número de personas, durante un período de muchos años, le han convertido simplemente en el fantasma de la Dama Blanca.

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Aparte del Castillo, en la finca de los Talbot, podemos ver las ruinas de una antigua abadía. Esta abadía fue destruida durante la ocupación de Cronwell. Alrededor de la misma se encuentra un cementerio con tumbas con losas y cruces celtas.

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El Castillo de Malahide, es una importante atracción turística de la zona. Y a cuenta de ello, posee un importante Centro de Visitantes, junto a los jardines, con una enorme tienda y un magnífico restaurante. Aquí se celebran también exposiciones temporales y conferencias.

Aprovechamos para almorzar en el restaurante del Visitor Centre. Se come maravillosamente bien aquí y a un precio muy razonable. El restaurante funciona tipo buffet y la comida consistió en un salmon en hojaldre, quiche de espinacas y una ensalada variada con quinoa, col, garbanzos, …. Todo riquísismo.

Tras este festín dejamos ya Malahide. Merece la pena también dar un paseo por los jardines del castillo, pero como estaba lloviendo bastante, lo dejamos para otra ocasión.

Cerca de Malahide, a unos 11 kms se encuentra Howth. Se trata de un pueblo pesquero con un importante puerto deportivo, muy cerca de Dublin. Se encuentra en una priviliegiada posición en la Bahía de Dublin, desde donde se ven en la lejanía las Wicklow Mountains.

Se puede pasear por el espigón hasta el final y recorrer los acantilados hasta el faro, donde se pueden ver unas magníficas vistas de la bahía y también avistar diversas aves y focas. Sin embargo, hacía una tarde de perros, con muchísimo viento, lluvia y frío con lo que no era nada agradable pasear por Howth en ese momento.

Así que encontramos una cafeteria en el puerto, donde entramos a tomar un te y un pastel, para guarecernos de las inclemencias del tiempo y poco más pudimos hacer allí.

Junto a Howth hay una pequeña isla conocida como el «ojo de Irlanda» con un santuario de aves y restos eclesiástico de un antiguo monasterio, a la que se accede en un barquito en verano, si las condiciones climatológicas lo permiten.

Regresamos ya a Dublín. Lo primero que hicimos fue devolver el coche a la oficina de Budget Rent-a-Car. Donde tuvimos que explicar porqué entregábamos roto el retrovisor del coche, que encontramos asi en la estrecha calle del hotel de Cork. El seguro, finalmente, corrió con los gastos de la rotura.

Este iba a ser nuestro último día en la capital de Irlanda que tantos nos ha cautivado. Y había que despedirse de esta ciudad como corresponde. Por ello, despues de descansar un rato en el Hostel, nos prestamos a disfrutar de la noche de Dublin en el mejor sitio posible, Temple Bar.

Cenamos en uno de los establecimientos de comidas de esta calle y luego nos fuimos al Pub Temple Bar, a tomarnos unas buenas pintas y disfrutar de la música local en directo.

El día anterior en el que estuvimos aqui no reparamos en la estatua de James Joyce, el prestigioso escritor irlandés, que en su obra cumbre el «Ulysses» describió el característico ambiente de los pubs irlandeses, como el lugar donde sus personajes se relacionaban y expresaban sus inquietudes vitales.

Y desde luego, no hay mejor lugar para confraternizar que un animado pub irlandés.

Estuvimos escuchando la música en directo que ofrecía en Temple Bar, hasta bien entrada la madrugada y ya sobre la una de la de la noche, dejamos el pub y regresamos al Hostel. Mañana dejábamos Dublin con destino a Irlanda del Norte.

Una última vista a la esquina del Temple Bar pub, es la última imagen que guardamos de nuestra estancia en esta ciudad, que sin tener el patrimonio artístico y monumental de otras grandes ciudades europeas, engancha. Y lo hace por su gente, el ambiente de las calles, la alegría que rezuma de sus pubs, la música que se percibe por todos sus rincones. En definitiva, una ciudad imprescindible que a nadie que la visite puede dejar indiferente.

 

 

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