Amaneció el segundo día de nuestro viaje, con un cielo más nublado que el del día anterior. Un cielo, por otra parte, más normal en estas latitudes.
El hotel en el que nos alojamos no tiene servicio de desayunos, con lo que tuvimos que salir a la calle a desayunar. Encontramos a pocos pasos del hotel un buen sitio donde pudimos degustar lo que es un típico desayuno irlandés.
Después del contundente desayuno a base de zumo, café o breakfast tea, tostadas, huevo, salchichas, alubias, patatas, … estábamos perfectamente preparados para disfrutar de un nuevo día en Dublin.
El primer destino del día era la fábrica de cerveza Guinness, el Guinness Storehouse. Para realizar la visita a este lugar es altamente recomendable hacer una reserva previa, al ser una de las más populares atracciones de Dublin.
Para hacer la reserva, solo es necesario, unos dias antes, entrar en la web de la empresa cervecera: www.guinness-storehouse.com y entrar en el enlace de Compra de entradas.
Nosotros reservamos la visita para la frecuencia horaria entre las 9:30 y las 11:30. La visita audioguiada se complementa con la imprescindible degustación de una pinta de la cerveza Guinness, en su restaurante. El precio de la entrada es de 14.50 € con la pinta incluida. Entendimos que esa era muy buena hora para despues almorzar en el propio recinto.
El Guinness Storehouse se encuentra un poco apartado del centro de la ciudad, en la calle St. James’s Gate. Para llegar hasta allí, tomamos el autobus 123 hasta la parada de Thomas St./Watling St. Desde esta parada se alcanza caminando unos pocos minutos la entrada del edificio.
Guinness ¿Cómo comenzó todo?. En 1759 Arthur Guinness firma un contrato de arrendamiento por 9.000 años sobre una fábrica de cerveza abandonada situada en St. James’s Gate, Dublín. Le cuesta la cantidad inicial de 100 libras, con una renta anual de 45 que, muy importante, incluye el derecho al agua. La fábrica de cerveza tiene una extensión de 4 acres (1,6 hectáreas) y solo tiene un tanque de hervido, un kieve, un molino, dos depósitos de malta, establos para 12 caballos y un granero para almacenar 200 toneladas de heno. Arthur empieza a fabricar porter, un tipo de cerveza negra, y ale.
La cerveza de malta de Guinness (Guinness stout) se compone de: agua, cebada, malta, lúpulo y levadura de cervecero. Se menciona que en su elaboración se emplea el agua procedente de las Wicklow Mountains, las montañas que se ven cerca de Dublin. La cebada malteada se tuesta ligeramente para otorgarle a la cerveza Guinness su distintivo color rubí oscuro y su sabor característico. Es pasteurizada y filtrada.
La cerveza comercializada en barriles (Draught beer) contiene ciertas cantidades de nitrógeno (N2) así como dióxido de carbono. El nitrógeno es mucho menos soluble que el dióxido de carbono (CO2), lo que permite a la cerveza almacenarse en estos recipientes sin que se convierta en una bebida carbonatada. La alta presión del gas disuelto, permite que se formen pequeñas burbujas y al servirse se genere su espuma característica. La cremosidad de la Guinness de barril es debido en parte a su pequeña cantidad de dióxido de carbono y de esta forma se generan pequeñas burbujas debido al uso de gas de nitrógeno a alta presión. La versión de la cerveza denominada Original Extra Stout sabe bastante diferente y contiene sólo dióxido de carbono, causándole un sabor más ácido.
La visita al Guinness Storehouse comienza en el Atrium, un espacio que recrea la pinta mñas grande del mundo. Desde aqui unas pasarelas y escaleras mecanicas atraviesan las siete plantas del edificio. Se dice que en este espacio se podrian verter 14,1 millones de pintas de cerveza Guinness.
El primer área a visitar está dedicado a los ingredientes que se necesitan para elaborar la cerveza: agua, cebada, lúpulo y levadura. La combinacion adecuada de estos ingredientes es la clave para conseguir la perfecta pinta de Guinness. Se muestra la maquinaria necesaria para la elaboración.
A continuación vemos el envasado de la cerveza, la tonelería y los medios de transporte utilizados a lo largo de la historia de la fábrica para la distribución de la cerveza. Se muestra como se elaboran los barriles, en principio de madera, empleados para distribuir la cerveza por todo el mundo.
Se han empleado desde barcazas, que remontaban el río Liffey, a caballos, carros, trenes, barcos y todo tipo de transporte por carretera. Hoy en día la cerveza Guinness llega a 150 países del mundo.
El siguiente espacio, está dedicado a la publicidad de la marca. Aqui se secoge la historia de los iconos más populares de Guinness, desde el famoso tucán a los más conocidos anuncios de televisión. También se hace referencia a los distintos patrocinios que Guinness presta a diversos deportes y eventos culturales.
Esta parte de la visita es muy divertida. Podemos ver las diferentes y algunas de ellas muy curiosas, campañas publicitarias que la marca ha lanzado a lo largo de su historia. Hay personajes curiosos como el referido tucán, la ostra silbadora o el pez en bicicleta, con el lema «A woman needs a man, like a fish needs a bicycle» («una mujer necesita a un hombre, como un pez necesita una bicicleta«).
También merece la atención la preciosa escultura «Made of More» («hecha de más»). Una enorme talla de ébano, que representa una pinta de cerveza Guinness. Un proyecto ideado por Jonathan Santana y Xander Smith, cargada de simbología referida a la historia de la marca.
Otra curiosidad que descubrimos en esta visita fue el origen del famoso Libro «Guinness de los Records«. Una discusión amistosa al final de una partida de caza en 1951 fue el origen de este libro cuya creación hay que atribuir a sir Hugh Beaver, entonces director de la marca de cerveza irlandesa Guinness. Comentando los cazadores las incidencias de la jornada, se planteó un debate sobre cuál era el pájaro más veloz de Europa, en lo que no se pusieron de acuerdo. Al no encontrar ninguna respuesta convincente, Beaver tuvo la idea de hacer un libro que satisficiera su propia curiosidad sobre los temas más dispares y los récords más insólitos. Entonces contactó con una empresa londinense que editaba un libro de datos y fechas para que se ocupara de la redacción del primer Libro de los Récords, que fue publicado por Guinnes Superlatives en 1955. Pronto, el volumen se convirtió en un récord por sí mismo: se vendieron 90 millones de ejemplares en 20 lenguas.
La cuarta planta está dedicada a la elaboración de la pinta perfecta, donde incluso el visitante puede intentar tirar su propia pinta de Guinness.
Finalmente llegamos al «FIVE», el restaurante del Guinness Storehouse, donde tienes la oportunidad de degustar la pinta de cerveza incluida en tu entrada, ya además comer. Nosotros almorzamos aquí, teniendo la oportunidad de degustar el famoso estofado de ternera a la cerveza Guinness.
El estofado que se sirve con unas bolas de puré de patatas está sencillamente delicioso.
Para terminar, en la última planta se encuentra el mirador conocido como el Gravity Bar, un bar en una plataforma circular, desde donde se puede disfrutar de unas magnificas vistas de la ciudad de Dublin en una perspectiva de 360º.
Después de hacer varias fotos aquí descendimos de nuevo a la primera planta donde se encuentra la Tienda Guinness, donde podemos encontrar infinidad de regalos, ropas y recuerdos.
Así terminó nuestra preciosa visita al mundo de Guinness, muy recomendable sobre todo para los amantes de la cerveza. Se trata de un espacio muy entretenido y sorprendente. Imprescindible en toda visita que se precie a Dublin.
A continuación regresamos al centro de Dublin. Nuestra siguiente visita iba a ser la otra catedral de la ciudad, la Catedral de San Patricio. Erigida en honor del patrón de Irlanda San Patricio, en el lugar en el que se ubica existia desde el siglo V un pequeño templo de madera.
En en año 1191 los normandos contruyeron en el mismo lugar una iglesia de piedra y a principios del siglo XIII fue reconstruida para conformar el edificio actual.
La leyenda cuenta que la iglesia está erigida en el lugar donde habia un pozo en el que San Patricio bautizaba a los paganos que se convertian al cristianismo. San Patricio fue un misionero católico de Britania que en el siglo V, junto a Santa Brígida y San Columba, se dedicó a introducir el catolicismo en Irlanda. Tradicionalmente se le asocia con haber utilizado el shamrock o trebol de tres hojas, hoy símbolo oficial de Irlanda, como metáfora para explicar la Santísima Trinidad. Es esta la razón por la que se le representa con un trebol en la mano.
Así mismo, se le atribuye la hazaña legendaria de haber librado la isla de serpientes, aunque en realidad Irlanda nunca hubo serpientes. Si bien Irlanda es la única región de las islas británicas que no posee ofidios silvestres, se debe a su separación de Gran Bretaña poco después de finalizar la última glaciación.
En la Catedral de San Patricio aparte de su espléndida estructura gótica y su enorme campanario que se puede ver desde muchos puntos de Dublín, destaca su interior, cuyos ornamentos, decoraciones y esculturas dan un repaso a la historia de la propia catedral y la ciudad.
Dentro se pueden ver espectaculares vidrieras y una pila bautismal de la época medieval perfectamente conservada. También es posible ver la estatua del entonces canónigo y escritor Jonathan Swift, dean de la catedral y autor de Los viajes de Gulliver y cuyos restos descansan en la catedral.
Muy remarcable es tambien el coro de la catedral. El coro usa las dos primeras hileras de bancos, mientras que la tercera está reservada a los canónigos de la catedral. Sobre ellos se pueden admirar los estandartes y escudos de armas de los Caballeros de San Patricio, orden fundada por el rey Jorge III en 1783. El órgano está situado en el lado norte, entre el triforio (galería que rodea a la catedral) y el clarestorio (ultimo piso de la nave central).
A lo largo del templo se sitúan un gran número de bustos, monumentos sepulcrales y placas mortuorias que pretenden conmemorar a algunos de los ciudadanos más célebres en la historia irlandesa, como Douglas Hyde, Turlough O´Carolan o el antes mencionado Jonathan Swift.
Finalmente, quiero señalar la Capilla de Nuestra Señora usada por los hugonotes francófonos, protestantes franceses de doctrina calvinistas, desde mediados del siglo XVII hasta comienzos del XIX.
Merece también una vuelta, el entorno exterior de la Catedral, con unos bellos jardines donde se ubica alguna interesante estatua.
Un paseo de unos quince minutos, nos lleva hasta el parque St. Stephen’s Green. Se trata de uno de los parques públicos más antiguos de Irlanda. Creado en 1664 a las afueras de la ciudad, en torno a él se fueron cosntruyendo edificios de estilo georgiano que atrajeron a la alta sociedad a esta zona.
En la entrada principal del parque se encuentra el arco de fusileros, erigido en honor a los miembros del Regimiento Real de Fusileros de Dublín que participaron en la Segunda Guerra Anglo-Bóer, en la actual Sudáfrica.
Los jardines fueron rediseñados en el siglo XIX con un estilo victoriano que conservan en la actualidad. El terreno rectangular ocupa aproximadamente 9 hectáreas de terreno, en las cuáles se extiende un precioso estanque habitado por gaviotas y cisnes.
El parque, de unas 9 hectáreas, cuenta con zonas arboladas bajo las que cobijarse, infinitas praderas, una fuente central y algunos monumentos en honor a importantes personajes irlandeses.
Un poco más adelante se encuentra el parque de Merrion Square, pero antes de llegar allí, hicimos un break, para tomar un té con un pastel de merienda.
Cerca de la cafetería, donde merendamos, se encuentra el opulento edificio del Department of the Taoiseach. Esto es la sede de Gobierno de Irlanda, donde se encuentra el gabinete del primer ministro. Esta es la calle Merrion Street y, solo unos pasos más adelante se encuentra el precioso parque de Merrion Square, también conocido como Archbishop Ryan Park.
De dimensiones algo menores que el St. Stephen’s Green, este parque destaca por los bustos y esculturas que acoge. Tras su construcción, el Parque de Merrion Square era un parque privado utilizado sólo por los vecinos, personas pudientes que se trasladaron a las encantadoras casas de estilo georgiano que rodean el parque.
En 1930, la iglesia compró el terreno del parque para la construcción de una catedral, pero esta nunca se llevó a cabo. En 1974, el Arzobispo Dermot Ryan cedió el terreno a la ciudad de Dublín para utilizarlo como parque público. Tras la muerte del arzobispo, el parque fue renombrado en su honor como Archbishop Ryan Park.
La escultura más conocida de este parque es la dedicada al escritor, poeta y dramaturgo irlandés Oscar Wilde, que nació en Dublin en 1854. Entre sus obras destacan El retrato de Dorian Gray, La importancia de llamarse Ernesto y Salomé.
Durante gran parte de su vida fue una celebridad y era reconocido por la alta sociedad londinense. Fue una celebridad de la época debido a su gran y aguzado ingenio. Sin embargo, sus últimos años fueron complicados al ser enjuiciado por tener un amorío con el también escritor Alfred Douglas. En aquellos años la homosexualidad era condenada, por lo cual Wilde pasó dos años en la cárcel. Al salir, su vida fue distinta, pues ya ninguna editorial lo quería publicar. Finalmente murió de meningitis en Paris en 1900.
Las curiosa escultura muestra con gran realismo al celebre escritor sentado en actitud relajada sobre una roca, y mirando de forma un poco lasciva, la escultura de una joven desnuda y embarazada.
Empezaba a atardecer cuando dejamos el parque de Merrion Square. Nos dirigimos como en la noche anterior hacia Temple Bar. En el camino nos encontramos el lujoso pub y restaurante The Bank bar on College Green. Se encuentra en la Dame Street, muy cerca del Trinity College. Este restaurante abrió en 2003 en el lugar donde estaba el Belfast Bank. Se trata de un edificio en estilo victoriano de 1892.
Merece la pena asomarse a su interior, aunque no consumas allí, pues es un local bastante caro. Pero la decoración es espectacular. El interior, que como comenté antes, fue la sala principal de un banco, es un impresionante ejemplo de poder mercantil y patrocinio, que muestra un entorno extraordinariamente ornamentado, techo de vidrieras, suelos de mosaico y espectaculares yeserías y cornisas talladas a mano.
Enfrente del The Bank Bar, se encuentra el gran edificio de oficinas One Central Plaza, con el The Tree of Gold, el arbol de oro, una escultura promovida por el Central Bank of Ireland, cuando estuvo establecido en este edificio, aunque ya no está aquí. Hay quien se pregunta, qué hace ya esta escultura aquí y si no debian llevársela. Junto a este edificio nos llamó mucho la atención otro edificio con la fachada completamente decorada con vistosos graffitis. Se trata del Blooms Hotel y en el mismo edificio se encuentra tambien la discoteca Club M.
A través de la calle Anglesea St. llegamos a Fleet St., donde encontramos el restaurante Hard Rock Café de Dublin, que fue el sitio elegido para la cena.
Desde que probamos el primer Hard Rock Café en New York, nos hemos aficionado bastante a visitar estos locales en nuestros viajes. Son sitios muy atractivos, por lo general, donde se come bastante bien. Creo que este de Dublin es nuestro sexto Hard Rock Café, tras el citado de New York y los de Viena, Budapest, Lisboa y el de nuestra ciudad Sevilla.
La cena consistió en un plato de nachos con carne y guacamole, regados por dos buenas pintas de cerveza. La mía Guinness, por supuesto.
Despues de la cena nos acercamos a las orillas del río Liffey para ver la iluminación nocturna de los puentes, que atraviesan el río. Donde como no podía ser de otro modo, tratándose de Irlanda, domina la luz verde.
El más grande, iluminado con los colores de la bandera de Irlanda, verde y naranja, es el Grattan Bridge, en honor al político irlandés Henry Grattan (1746-1820), firme opositor a la adhesión de Irlanda al Reino Unido. El puente original, llamado Essex Bridge, del siglo XVII, era una estructura de piedra arqueada con siete pilares. Posteriormente, fue recnosntruido entre 1753 y 1755, quitando la escultura ecuestre del Rey George I, que se trasladó en 1798 a los jardines de Mansion House. A partir de 1872 el puente se remodeló aun más, aplastandolo y ensanchandolo con soportes de hierro fundido.
El otro puente es el Ha’penny Bridge, o Puente del Medio Penique. Se trata de un puente peatonal construido en 1816. Originalmente se llamaba Wellington Bridge. Pero su nombre actual viene por dos hechos: Su forma, similar al canto de una moneda de medio penique y el peaje, que en un principio bastante antiguo era de esa cantidad (y posteriormente de un penique entero), necesario para cruzar este puente. Este peaje dejó de cobrarse en 1919.
Pues bien, cruzando, sin pagar, el Ha’penny Bridge, nos dirigimos hacia la avenida O’Connell Street, la principal arteria de Dublin, donde teniamos que coger el autobus que nos llevara a nuestro hotel. Durante el camino, por la calle Jervis Street, nos encontramos con el curioso pub The Church, instalado en los que fue la iglesia de St Mary, un templo del año 1761. Aquí puedes tomarte la ultima pinta entre lápidas de mármol, vidrieras y estatuas religiosas. Sin duda un establecimiento peculiar.
Y ya finalmente llegamos a O’Connell Street, donde estaba la parada del autobus que nos llevaría hasta nuestro hotel. Pudimos ver la gran aguja The Spire, de la que hablaremos en la próxima entrada de este blog.
Y así terminó nuestro segundo dia, en la encantadora y vibrante ciudad de Dublín. Mañana más.