RUTA DEL DIA:
Marseillan – Agde: 7,9 kms.
Agde – Carcassone: 114 kms. TOTAL: 121,9 KMS.
Con gran nostalgia, dejamos el precioso apartamento de Marseillan y poníamos rumbo al penúltimo destino de nuestro viaje, la imponente ciudad medieval de Carcassone.
Antes queríamos hacer una parada de Agde. En el camino volvimos a recorrer una preciosa carretera, la D51, entre los viñedos de Florensac, ahora de día, con lo que pudimos apreciar mejor la belleza del entorno.
El lugar donde se asienta Agde fue frecuentado por los fenicios de Marsella, hacia el año 600 a.C. Se convirtió en colonia griega hacia el 400 a.C. Los griegos llamaron a esta tierra Agathé Tyché, la Buena Fortuna, convirtiendose en una ciudad floreciente gracias al comercio marítimo. De la época helena se conservan aun unos restos de muralla.
Lo cierto, es que basta con pasear por las calles del casco antiguo de Agde, para darnos cuenta del valioso patrimonio antiguo que atesora. Llama poderosamente el usa de la piedra basáltica negra del Volcan Saint Loup en la mayoría de sus casas.
El principal monumento es su singular Catedral fortificada románica de Saint-Etienne. Situada a orillas del rio Herault, data del siglo XII. Está construida con la piedra basáltica negra del Volcán antes mencionado. Antiguamente fue sede de los obispos de Agde, de ahí su aspecto de catedral-fortaleza. El último estos obispos Charles-François-Siméon de Rouvroy de Saint-Simon de Vermandois de Sandricourt, fue guillotinado durante la Revolución Francesa.
El interior de la iglesia sorprende por su austeridad y la robustez de sus muros, de tal forma que tiene más el aspecto de una fortaleza inexpugnable que de una iglesia al uso.
Tiene una extraña planta que se divide en dos capillas, una a la entrada a modo de vestíbulo y otro posterior, considerada como nave central, con una hilera de pequeñas ventanas con vidrieras para aportar iluminación natural.
Callejeando llegamos a una plaza donde había instalado un gran mercado abierto de productos y gastronomía local, donde se pueden adquirir todo tipos de guisos locales. Tenía todo muy buena pinta, pero era temprano aun para pensar en el almuerzo.
El paseo por las calles de Agde nos muestra una ciudad especial, diferente a todas las que hemos visto hasta ahora en nuestro viaje. Las casas de piedra basaltica le dan un sello único y genuino. Las fachadas de piedra negra hacen resaltar las contraventanas en color rojo o azul.
Un museo con pinta de interesante es el Museo Agathois de Artes y Tradiciones Populares, que no pudimos visitar por cuestión de tiempo. Esta instalado en un caserón renacentista del siglo XVII, donde el obispo Fouquet instaló un hospital de Caridad.
Cerca del Museo encontramos otro espléndido ejemplo de trampantojo. Otra destacable iglesia de Agde es la Iglesia de Saint-Sever, tenplo de estilo gótico construido en 1499. Se le conoce tambien como la iglesia de los pescadores. Y está dedicada a un principe sirio que vivió en esta localidad.
Y caminando, caminando regresamos a la orilla del río Herault. Nos vamos encontrando varios palacios y antiguas residencias de armadores con puertas monumentales y bellos patios interiores.
Se aprecian unas bonitas vistas en ambas margenes del río Herault, con los reflejos de las casas en las aguas del río. También vimos como artistas locales han creado una obra de arte con la chatarra encontrada en el fondo del río, en un buen ejemplo de reciclaje artístico.
Terminada nuestra visita a la ciudad de Agde, continuamos el camino hacia Carcassone, que se encuentra a algo más de una hora de trayecto de esta ciudad.
La ciudad de Carcassone es conocida internacionalmente por su imponente ciudadela amurallada, un conjunto arquitectónico medieval restaurado en el siglo XIX gracias a los esfuerzos del arquitecto, arqueólogo y escritor Eugene Viollet-le-Duc. Fue declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1997.
La verdad es que Eugene Viollet-le-Duc fue bastante criticado por el atrevimiento de sus soluciones y añadidos no históricos, y la pérdida de autenticidad de muchos monumentos. Sus restauraciones buscaron en menor medida recuperar sino más bien mejorar el estado original del edificio, con un interés centrado más en la estructura y en la propia arquitectura que en los elementos decorativos propios del edificio. Entre otras cosas fue el arquitecto encargado de diseñar la Estatua de la Libertad, pero falleció antes de la conclusión de la obra. Entre los monumentos restaurados por él se encuentran, entre otros, a parte de la ciudadela de Carcassone: el Mont Saint Michel, Notre Dame y Sainte Chapelle de París, la Catedral de Amiens o los castillos de Roquetallaide y Pierrefonds.
Nos ibamos a alojar aquí en el Hotel Premiere Classe de Carcassone. Se trata de un básico y funcional hotel situado en un feo polígono industrial a la entrada de la ciudad moderna de Carcassone. El precio de la habitación por una noche fue de 40,54 €. Un hotel más cerca de la ciudad medieval era mucho más caro, asi que nos conformamos con este. No estaba aun abierta la rececpcion cuando llegamos, asi que nos fuimos a visitar la ciudadela.
La ciudadela, o Cité, tiene sus origenes en el asentamiento de unos poblados celtas en el siglo VI a.C. En el año 122 a.C. el Imperio Romano llega a estas tierras. Se establece aqui la Colonia Julia Carcaso. Durante el siglo III, llegan las invasiones bárbaras de los pueblos germánicos y la inseguridad de la época hizo que se acometieran obras de fortificación de la ciudadela. En el siglo VI los visigodos pasaron a dominar la ciudad. Ya en el siglo XI con el feudalismo vino un desarrollo comercial y un aumento de las fortificaciones. En el 1096 se inician las obras de la catedral.
Una época clave en la historia de la Ciudadela de Carcassone, vino con la Cruzada albigense contra los cátaros, en el año 1208. El conde de Tolosa y el vizconde de Carcassona son acusados de herejía y sus territorios se convierten en el objetivo principal del ataque por parte de los barones venidos de Francia.
Pero, ¿quienes eran los cátaros?: Los cátaros son miembros de un movimiento religioso, de caracter filosofico-religioso, que se propagó a mediados del siglo XI y que logró arraigarse en el siglo XII en la región del Mediodia Frances, sobre todo en el Languedoc, donde contaban con la proteccion de algunos senores feudales vasallos del reino de Aragón.
El catarismo afirmaba una dualidad creadora (Dios y Satanás) y predicaba la salvación mediante el ascetismo y el estricto rechazo del mundo material, percibido por los cátaros como obra demoníaca.
En respuesta, la iglesia católica consideró estas doctrinas como heréticas. Tras una tentativa misionera, y frente a su creciente influencia y extensión, la Iglesia terminó por invocar el apoyo de la corona de Francia, para lograr su erradicación violenta a partir de 1209 mediante la Cruzada albigense, propmulgada por el Papa Inocencio III. A finales del siglo XIII, el movimiento, debilitado, entró en la clandestinidad y se extinguió poco a poco.
Hoy en día, su símbolo, la cruz cátara forma parte del escudo y la bandera de Occitania.
Pues bien, el 1 de agosto de 1209, la ciudad es asediada por los cruzados. El día 15 el vizconde Raymond Roger de Trencavel, entrega la ciudad a cambio de la vida de sus habitantes, unos 25.000. La ciudad pasa a ser cuartel general de las tropas de la cruzada. Las tierras y ciudad se entregan a Simón de Montfort, jefe militar del ejército cruzado. Tras la muerte de este durante el asedio de Toulouse en 1218, le sucede su hijo Amaury VI de Montfort, que se muestra incapaz de mantener el orden de la ciudad y en 1224 Ramon Trencavel II toma la ciudad. El rey de Francia Luis VIII no puede permitir esto y lanza una segunda cruzada en 1226, que obliga a huir a Ramon Trencavel II, instalandose una epoca de terror en la ciudad, con la busqueda y caza de los cátaros y sus condenas a la hoguera, mediante la instalción del Tribunal de la Inquisición dentro de la ciudad.
Las distintas disputas y asedios posteriores obligaron una vez más a refozar las fortificaciones. Las primeras construcciones se efectúan en el castillo condal adosado a la muralla occidental. Éste es rodeado con murallas y con torres incluso en la parte interior que da a la ciudad para garantizar la protección de los representantes de rey. A continuación, se comienza una segunda línea de fortificaciones de alrededor de un kilómetro y con catorce torres. Este recinto se remata con una barbacana que controla los accesos desde la zona que da al río Aude.
Las diversas disputas terminan en 1247, cuando Ramon Trencavel, renuncia a sus derechos en favor del rey de Francia, Luis XI. A partir de esa fecha la ciudadela no sufre más ataques ni tan siquiere durante la Guerra de los Cien Años, manteniendo un periodo de estabilidad que llega hasta el siglo XVI, cuando entre 1560 y 1630 es victima de las Guerras de Religión, entre reformistas y contrarreformistas. Tras la anexión del Rosellón a Francia en el Tratado de los Pirineos en 1659, el papel militar de Carcasona quedó muy reducido, perdiendo paulatinamiente su importancia, hasta ir cayendo en el olvido.
Su recuperación vino con el romanticismo, que puso de moda el periodo medieval. Y fue Prospero Merimee, sí, el de la ópera Carmen, que era además inspector general de Monumentos históricos, el que se interesó, por estas ruinas y consiguió en 1844 que Viollet-le-Duc se hiciera cargo de su reconstrucción.
Hoy en día, entrar en esta ciudadela es hacerlo en un escenario de película medieval. Callejuelas con casas de piedra, perfectamente conservadas y, eso si, multitud de turistas, tiendas de souvenirs, restaurantes, … La cercanía con la frontera de España, hace que media España del norte visite esta ciudad.
Situada en un promontorio en la mergen derecha del río Aude, se puede acceder a ella, a traves de dos puertas, la puerta Narbonnaise y la puerta del Aude. Hay dos hileras de murallas cercando la ciudad, y entre medio Les Lices, un gran espacio donde en la antiguedad se celebraban justas y torneos. En total hay unas 52 torres y hasta 3 kms de murallas.
Era ya hora de comer y antes de seguir con la visita decidimos buscar un lugar para el almuerzo. Entrando por la puerta Narbonnaise llegamos a la Place du Chateau. En esta plaza se encuentra un típico restaurante llamado La Taberne du Chateau.
El plato estrella de Carcassone, es la cassoulet. Se trata de un guiso hecho con alubias blancas y distintos tipos de carne; costilla de cerdo, salchicha de Toulouse, tocino, pato confitado. ES un plato contundente, bastante sabroso. Y eso es lo que comimos. Entraba en un menú del día, junto a un paté de canard, buenísimo o una ensalada con queso azul.
Quizás una comida un poco contundente para el verano, pero teníamos mucha curiosidad en probarlo.
Después del completo almuerzo, había que seguir. Dentro de la ciudadela los dos monumentos más representativos son la catedral y el castillo. Lo primero que visitamos fue el Castillo Condal. La entrada cuesta 9 €, y con ella entregan un audioguía.
En el siglo XII los vizcondes de Carcassone, la familia Trencavel, construyeron el castillo defensivo. Más tarde en el siglo XIII, se construyó la fortificación que lo rodea. Ya existian restos fortificados desde el siglo VI a.C.
El castillo se compone de varias estructuras: Una barbacana con un camino de ronda y una muralla de parapeto merlonado vigilaba la entrada del castillo, justo antes del foso que rodea completamente la pared interna. La puerta de entrada al castillo, enmarcada por dos torres, con matacán, solo es accesible por un puente con una parte fija de piedra seguido por una parte levadiza impulsada por contrapesos. Las murallas sustituyeron a la empalizada original y rodeaban completamente los edificios.
El castillo y sus murallas incluyen nueve torres, dos de las cuales son de época visigoda, la torre de la capilla y la torre Pinte, cuadrada, la más alta de la ciudad. Todas las demás, construidas a lo largo del siglo XII, poseen idéntica composición interna y externa: constan de tres pisos y una planta baja. En la planta baja y primer piso se encuentran techos abovedados, mientras que en los pisos superiores son simples. La comunicación entre los pisos se hace por medio de los agujeros que sirven de portavoz en las bóvedas y los pisos.
El acceso al castillo tras pasar la puerta principal conduce a un patio rectangular rodeado de edificios alternados de entre el siglo XII y el XVIII; las paredes septentrionales están flanqueadas por simples pórticos mientras que al sur y al este se encuentran dos edificios. En el del sur se encuentra la cocina y la torre Pinte, que da acceso a una segunda tribuna; poseía otra edificación, destruida, de la que son visibles las vigas del primer piso y varias ventanas.
En su interior el castillo alberga además un museo con una interesante colección d escultura medieval, con piezas recogidas de diversos lugares de la región.
Finalmente, es excelente la posibilidad de recorrer las murallas que circundan el Castillo, lo que nos da una magnifica perspectiva de toda la ciudadela.
Podemos apreciar por ejemplo, un bello jardín medieval y una magnífica vista de la hermosa iglesia de Saint-Gimer, neorrománica del siglo XIX, que se encuentra a los pies de la ciudadela.
Cerca del castillo se encuentra la otra puerta de acceso a la ciudadela, la Puerta del río Aude. Se encuentra protegida por una barbacana, un castillete y un enorme matacán. Buena parte de ella se destruyó en 1816 para construir la iglesia de Saint-Gimer.
La puerta pone de manifiesto su fuerte carácter defensivo, con la cantidad de arcos, recovecos y falsas puertas con el objetivo de dificultar el acceso a posibles fuerzas atancantes del exterior.
El otro gran monumento de la ciudadela de Carcassone, es la Catedral de Saint-Nazaire. Se trata de una iglesia románica, cuya parte más antigua se remonta al siglo XI. Del edificio del siglo XI, solo subsisten los dos primeros pilares de la nave y la cripta.
En el siglo XII se construye la nave actual, con seis tramos o envergaduras, que se dejó intacta durante las ampliaciones de la época gótica, al contrario de la cabecera del siglo XI, que se destruyó totalmente. El portal románico también se reformó completamente en el siglo XIX durante la restauración de Viollet-le-Duc.
La basílica fue ampliada entre 1269 y 1330, ya en el gótico importado por los nuevos dueños de la región provenientes del norte de Francia, con un crucero y un coro muy delgados, decorada con esculturas y un conjunto de vidrieras que se encuentran entre las más bellas del sur de Francia.
Tras visitar la catedral, teníamos que regresar al hotel para realizar el check-in. En el camino de regreso hacia los parkings donde estaba el coche, atravesamos otras bellas calles de la ciudadela.
Cuando llegamos al hotel, aprovechamos para descansar un poco. Y después, regresamos a la Ciudadela, para dsifrutar de la misma de noche. Antes de llegar a la ciudadela nos encaminamos hacia la ciudad moderna de Carcassone, lo que se conoce como la Bastida de San Luis.
En realidad nuestra intención era ver la fortaleza desde el Pont Vieux, el puente medieval sobre el río Aude.
Del primitivo puente se tiene constancia en 1184. Se cobraba un peaje para cruzarlo, consistente en dos medias de trigo al año. El puente era de madera y en una des su margenes había un molino. El mismo puente se destruyó con la cruzada albigense. Y ya a principios del siglo XIV, por orden del rey Luis IX, se construyó el actual. El puente tiene doce arcos de medio punto de longitud desigual, que descansan en pilotes provistos de picos delanteros y traseros. Tiene una longitud de 225 metros.
Regresamos ya a la ciudadela, y en la carretera de acceso a la misma, advertimos la hermosa vista de la misma que se ve desde lejos, cuando ya va cayendo la tarde.
En esta ocasión, podemos aparcar ya en el parking mñas cercano a la ciudadela, pues la aglomeración de visitantes ha descendido ya apreciablemente.
Nos detenemos un momento, antes de atravesar de nuevo la Puerta de Narbonna, y nos fijamos en una curiosa escultura. Se trata del busto de la Dama de Carcas. La leyenda es la siguiente:
Según una tradición, el topónimo Carcasona deriva del nombre de una princesa sarracena protagonista de una anécdota cuya historia remonta a los tiempos de la ocupación musulmana y del emperador Carlomagno en el siglo VIII. Tras ser ocupada por las fuerzas musulmanas que acababan de conquistar el reino visigodo de Hispania, la plaza fuerte de Carcaso se dispuso a afrontar un asedio emprendido por el ejército de Carlomagno que se extendió durante cinco años. Al frente de los caballeros que defendían la ciudad se encontraba la dama Carcas, pues su esposo había resultado muerto. Al inicio del sexto año del sitio las provisiones de alimentos y agua comenzaron a escasear y Carcas ordenó entonces realizar un inventario de los recursos todavía disponibles. La población le presentó como únicos víveres un cerdo y un saco de trigo, pero a pesar de ello la dama Carcas ideó una estratagema, ordenando que se cebara el animal con todo el trigo contenido en el saco y a continuación, que se lanzara al pie de las murallas desde la torre más alta de la fortificación.
La reacción de Carlomagno y sus tropas ante el espectáculo del animal lleno de trigo que acababa de ser desperdiciado fue la de interpretar que los habitantes disponían de víveres en abundancia por lo que cayendo en el engaño y considerando inútil el ataque, dispusieron retirarse poniendo fin al asedio. A la vista del ejército imperial en retirada, Carcas ordenó que se hicieran sonar todas las campanas de la ciudad y fue en ese momento que uno de los hombres de Carlomagno exclamó: «¡Carcas sona!», Carcas suena. Y de ahí el nombre actual de la ciudad.
Bonita historia, ¿verdad?.
Pues bien, entramos de nuevo en la ciudadela, y dimos un agradable paseo por el interior ya de noche. Para cenar encontramos un lugar donde comimos una brocheta de carne con su guarnición.
Tras la cena y ya de regreso, nos encontramos con una procesión con motivo del dia de la Asunción de la Virgen, pues hoy era 15 de agosto. Otra sorpresa.
Y después de la procesión, nos despedimos de Carcassone con una ultima mirada a las fortificaciones de Les Lices, que con una tenue iluminación eléctrica, adquiere un bellisimo aspecto mágico.
Sin lugar a dudas, dificilmente podremos encontrar una ciudadela medieval tan bien conservada como esta, que ha sido escenario de numerosas peliculas de cine, como «El Leon en Invierno» con Peter O’Toole o Katherine Hepburn, que gano un oscar, en 1968, «Robin Hood, el principe de los ladrones» de 1991 con Kevin Costner o «Los visitantes» de 1992, con Jean Reno y Christian Clavier.