RUTA DEL DIA:
Marseillan – Beziers: 31,3 kms.
Beziers – Serignan plage: 16,6 kms.
Serignan plage – Marseillan: 31,6 kms. TOTAL: 79.8 KMS.
Estábamos ya entrando en la recta final de nuestro viaje. Hoy sería el ultima día de playa, pero antes haremos una visita a la monumental ciudad de Beziers.
Lo primero que hicimos tras el desayuno fue ir al mercado de Marseillan para comprar pescado para la cena de esta noche. Volvimos a comprar colas de rape, que en Francia están muy bien de precio, y mejillones del Etang de Thau.
Uan vez hecha la compra, nos fuimos a Beziers. Esta ciudad a orillas del rio Orb, fue fundada en el año 575 a.C. Su primera época de esplendor llega en el siglo I a.C. con la dominación romana, que llaman a la ciudad Basterrae, convirtiéndose en un punto estratégico en el paso de Italia a España.
Pero su periodo histórico más notable ocurrió a principios del siglo XIII, en el contexrto de la Cruzada contra los Cátaros, o Cruzada Albigense. Llevada a cabo entre 1209 y 1244 por orden del Papa Inocencio III, esta cruzada se inició precisamente con el asedio de Béziers, donde se produjo una terrible matanza de cátaros y no cátaros (hasta 8.000 personas, según algunas estimaciones). A Arnaud Amaury, responsable de la barbarie, se le atribuye aquella famosa frase de “¡Matadlos a todos, Dios reconocerá a los suyos!“.
Dejamos el coche en un parking junto a la Iglesia de Sainte Madeleine. Justo aquí en 1209 se produjo la mayor matanza de inocentes durante la cruzada de los cátaros, al incendiarse la iglesia. Un largo proceso de restauración culminado en 1999, ha recuperado el aspecto románico de esta iglesia.
Continuando por el Paseo de Paul Riquet, en pocos pasos llegamos hasta el mercado de la ciudad, Les Halles de Beziers. Nos llaman la atención los grandes carteles taurinos que decoran parte de su fachada. Esto es debido a que Beziers se encontraba en fiestas, y aquí hay un agran afición taurina.
Pasando la plaza del mercado, llegamos al casco antiguo de la ciudad, donde se encuentra el principal monumento de la ciudad, la Catedral de Saint-Nazaire. Construida en el siglo XIII sobre las ruinas de la anterior iglesia románica destruida en el asedio a los cátaros, su estilo es gótico y su aspecto exterior más parece un castillo que una catedral.
Del interior, con planta de cruz griega, destaca su bóveda de 32 metros de altura. Las columnas son en su mayoría góticas y los arcos que sostienen la bóveda son del siglo XIV.
En el extremo opuesto al altar mayor se sitúa un magnífico órgano cuya caja data del siglo XVII. La parte instrumental es de los siglos XVII y XVIII (Jean de Joyeuse e Isnard). Posteriormente, Puget lo revisó en el siglo XIX. La última restauración llegó en 1993.
En los muros encontramos una serie de interesantes frescos antiguos que datan de los siglos XIV y XV. Se puede acceder a las cubiertas de la catedral subiendo por una estrecha escalera. Ello además, nos permite tener otra perspectiva del interior de la iglesia desde un punto más elevado.
Podemos apreciar desde cerca los detalles de las vidrieras y el rosetón, asi como el gran altar mayor de piedra.
Por el exterior se puede rodear la torre campanario de 48 metros de altura, y ver de cerca las almenas que le dan el aspecto fortificado a la iglesia. Asímismo las vistas de la ciudad y sus alrededores son espléndidas.
Podemos ver el Pont vieux, puente viejo medieval, construido en el siglo XII. Las vistas junto a este puente de la ciudad con la Catedral al fondo sobre la colina en que se ubica, es la imagen icónica de Beziers. Asimismo podemos apreciar perfectamente el entramado urbano de la ciudad ya que la catedral se situa en el punto más elevado de la misma.
Mas allá de la ciudad vemos el valle del río Orb, las esclusas de Fonserannes para el Canal du Midi o el más lejano sitio arquieológico de Ensérune, un antiguo asentamiento gálico del siglo VI a.C.
Junto a la Catedral en la parte sur, se encuentra el Claustro medieval del siglo XIV, que alberga una interesante colección de esculturas de diferentes épocas.
Debajo del claustro se encuentra el Jardín del Obispo, un bonito jardín medieval, desde el que se aprecian bellas vistas del rio Orb y el puente viejo.
Detrás de la catedral se encuentra una coqueta plaza donde está el Palacio de Justicia de Beziers. En esta plaza habia un restaurante llamado Brasserie du Palais, donde almorzamos en este día.
La comida del día consistió en un magret de pato y una chuleta de aguja de cerdo, a la plancha, acompañados de su guarnición y patatas fritas.
Después del almuerzo, regresamos al parking, paseando por las bonitas calles del casco antiguo. En una plaza junto a la del Palais de Justice, que se llama Place des Bon Amis, hay que fijarse en la fachada de una vivienda con un trampantojo magnífico.
También son muy bonitos los paraguas calados de colores que cuelgan para dar sombra a las calles. Continuando por estas calles llegamos a la Place des Trois Six, que enlaza con la Place Gabriel Péri, donde se encuentra el Ayuntamiento de Beziers.
A la izquierda por la Rue Pierre Flourens, dejando a nuestra derecha el edificio del Ayuntamiento, llegamos de nuevo hasta la plaza del mercado y desde allí hasta nuestro parking.
Nos ponemos en camino hasta la playa de Serignan, Serignan plage. Esta playa se encuentra junto a la Reserve Naturelle des Opeilliéres, a 17 kms de Beziers.Es una localidad similar a Marseillan plage, llena de campings.
Para llegar a la parta más bonita de esta playa hay que seguir los indicativos del Camping Naturiste Le Serignan Plage Nature. Por cierto, que he visto la web de este camping, y es un sitio espectacular. Tiene un precioso complejo de balneoterapia con diversas piscinas y spa, precioso, que se llama Balneo du Serignan Plage. Un sitio para apuntar en un próximo viaje. Pasando el camping, hay una zona de aparcamiento. Desde allí un bonito sendero entre cañizos y enebrales de unos 400 metros nos lleva hasta la playa.
Se abre ante nuestro ojos una espectacular playa salvaje, de arena fina dorada, que es un auténtico paraiso natural. Sin duda, la playa más bonita de las que hemos visitado en estos días. A pesar de las fuertes ráfagas de viento que nos azotaban de vez en cuando y que acabaron por destruir nuestra sombrilla, pasamos otra magnífica tarde de playa.
Aguantamos allí, hasta el atardecer en el que pudimos disfrutar de una maravillosa puesta de sol, con el sol ocultandose tras las dunas de la Reserva Natural
Fue el colofón final a nuestra estancia en la costa Mediterranea de Francia, primero en la Costa Azul y después en las costas de Occitania.
Al regreso hasta Marseillan, atravesamos ya de noche, una preciosa y sugerente carretera, entre viñedos, con espesa arboleda a ambos lados de la misma y que seguía las márgenes del Canal du Midi.
Esta era nuestra última noche en el precioso apartamento Horte Neuve, de Marseillan. Nos despedimos de él con otra cena para dos consistente en una ensalada, mejillones al vapor y cola de rape a la plancha.