Día 8º: 7 Ago: Menton, Ezé, Niza, Cannes.

RUTA DEL DIA:

Menton – Ezé: 17,3 kms.

Ezé – Niza: 12,5 kms.

Niza – Cannes: 33,1 kms.       TOTAL: 62,9 KMS.

Nos despertamos muy temprano en este día, y poco menos que salimos huyendo del pésimo Hôtel du Musee. Ni siquiera fuimos capaces de ducharnos por lo mugriento que nos parecía el baño de la habitación, asi que apenas pasaba de las 8 de la mañana cuando estábamos paseando en la, por otra parte, bellisima ciudad de Menton.

De Menton se puede decir que es la ciudad más italiana de la Costa Azul francesa. No en vano, se encuentra a solo 5 kilometors de la frontera italiana. Desde 1346 a 1848 perteneció al Principado de Monaco. En 1860 pasó a pertenecer a Francia tras un referéndum. Durante la Segunda Guerra Mundial permaneció ocupada por Italia desde 1940 a 1943.

Esta ciudad es conocida por el limón, siendo la única zona de Francia donde se cultiva, gracias a su incomparable microclima. En febrero tiene lugar la famosa Fiesta del limón de Menton. Hoy en dia, además esuna de las más turísticas, elegantes y glamourosas ciudades de la Costa Azul.

Lo primero que hicimos es recoger el coche que teníamos aparcado en el paseo marítimo de Menton, para evitar una multa, y dejarlo en un parking vigilado que hay junto a Museo de Jean Cocteau.

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A la salida del parking, nos encontramos con uno de los monumentos más representativos de la ciudad. Se trata del Museo del Bastión. se trata de un frtín del siglo XVII situado en el espigón del puerto de Menton. Hoy en dia alberga obras del ilustre ciudadano de Menton, el artista Jean Cocteau.

Frente al Bastión, podemos ver una preciosas vistas del casco historico de la ciudad de Mento, con sus elevadas casas de bellisimos tonos pastel. Una preciosa paleta de colores desde el amarillo al anaranjado o el rojizo, pasando por el rosa. Casas que cuelgan sobre la colina hasta desbordarse junto al mar y el puerto.

Desayunamos a base de bollería francesa en una cafetería en la plaza junto al Marché les Halles.

Y después, tomamos la Rue de la Republique, hacia el oeste, para buscar la Oficina de Turismo, que se encuentra en la Avenue Boyer. Son estas las calles comerciales más importantes de Menton, donde podemos encontrar todo tipo de tiendas, de diferentes marcas. Despues de proveernos de un mapa de la ciudad, desandamos el camino recorrido y llegamos hasta la Place Ardoïno. Aqui se encuentra el Ayuntamiento de la ciudad.

En el Ayuntamiento se puede visitar la Salle des Mariages. Es el salón de actos del edificio. Entre 1957 y 1958, Jean Cocteau decoró esta sala a petición del alcalde de la ciudad. Todos los motivos decorativos que vemos en esta sala son obrta de este autor.

Los muros se llenan de sus retratos de amantes eternos que surgen de un meandro de líneas, ella con la pamela de Menton, él con la gorra de pescador mediterráneo. En otra parte del muro, Euridice y Orfeo. En un espejo, las famosas madrinas graciosas y enigmáticas que simbolizan la República.

La visita de esta sala cuesta 2 euros, y en su interior un alocución en distintos idiomas nos explica el significado de los frescos que decoran sus paredes. La obra de Jean Cocteau recuerda en parte a la obra de Picasso. Y la verdad es que, como salón de bodas, nos parece un lugar un poco frío.

Ahora si, nos dirigimos ya hacia la ciudad vieja de Menton. Tomamos al Rue de Saint Michel, y llegamos hasta el barrio frente al Vieux Port, la parte histórica de la ciudad.

Frente al Vieux Port se encuentra una gran escalinata que nos lleva a la Basílica de Saint Michel, la iglesia más importante de Menton. Construida bajo dirección del arquitecto genovés Laurent Lavagna a partir de 1619. Para su construcción fue necesaria la nivelación del terreno donde se ubica. Ello retrasó la terminación de la iglesia hasta 1653, aunque la consagración de la iglesia no se hozo hasta 1675.

El campanario de 53 metros de altura se completó en el año 1701. Y la fachada quedó por fin terminada en 1819. El Papa Juan Pablo II en una visita a la ciudad en 1999, elevó el rango de esta iglesia al de Basílica.

La iglesía es del estilo barroco típico de la región. Y en su interior cabe destacar el altar mayor policromado del siglo XVIII, los frescos de las paredes y el techo, el púlpito toscano de 1652, el órgano de 1666 y las notables pinturas de sus capillas.

Desde la escalinata que lleva hasta la plaza de la Basílica se puede admirar una preciosas vistas sobre el Vieux Port de Menton, y la playa cercana.

Junto a la Basílica de Saint Michel, se encuentra otra iglesia, algo más pequeña. Se trata de la Capilla de la Inmaculada Concepción, tambien conocida como Chapelle des Pénitents-Blancs. Edificada entre 1680 y 1687. Es la sede de la Hermandad de los Penitentes Blancos, una hermandad ligada a la estancia de San Francisco de Asis en la ciudad de Montpellier, en el siglo XIII. Está compuesta por hombres y mujeres principalmente laicos que practican la oración y la caridad para la salvación de almas.

Las calles que rodean este barrio, conocido como Le Capitole, conforman un autentico laberinto de callejuelas, patios y pasadizos de un gran encanto, que van descendiendo hasta llegar al puerto.

Regresamos al puerto y como ya era la hora de almorzar buscamos en los alrededores de la Rue de Saint Michel, un lugar para comer. Nuestro almuerzo del día, muy marinero consistio en unos mejillones al vapor con patatas fritas, que aquí se piden como Moules frites, y una ensalada de pulpo a la plancha. Todo muy rico.

Despues del almuerzo, nos dispusimos a volver al parking para recoger el coche y dejar esta preciosas ciudad costera. Antes paramos a comprar en una tienda una sombrilla para protegernos del sol en los próximos días de playa.

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Junto al parking se encuentra el vanguardista edificio del Museo Jean Cocteau, concebido por el arquitecto Rudy Ricciotti. Aqui se expone la colección Severin Wunderman, del famoso artista. Nosotros decidimos no visitar este museo al no entusiarmarnos demasiado la obra de este artista. Pero desde luego que el edificio del museo es muy interesante, con sus formas angulosas. No en vano recibió el Premio Nacional de Arquitecrtura en 2006.

Una ultima visita realizamos antes de dejar Menton. Esta ciudad, desde el siglo XVIII, tiene una bien ganada reputación de ciudad jardín, gracias a la calidad de sus jardines. El microclima que tiene la ciudad favorece la introducción de especies tropicales y subtropicales. Desde el siglo XIX, prestigiosos paisajistas y botanistas, la mayoría ingleses compusieron armoniosos jardines de gran belleza y originalidad.

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Uno de esos jardines es el que rodea al Palais Carnolès. Este palacio fue contruido en 1717 y fue residencia privada durante el siglo XIX y parte del XX. Desde 1977 alberga el Museo de Bellas Artes.

El jardín frente al palacio, se llama Jardin d’agrumes del Palais Carnolès, esto es el jardín de cítricos y acoge una de las mayores colecciones de cítricos de Europa con más de 337 arboles y 97 variedades de este tipo de plantas, asi como varias esculturas intercaladas entre la vegetación.

Dejamos ya finalmente Mentón y tomamos la carretera de la Basse Corniche, en dirección a Niza. Antes haremos una parada en la pintoresca localidad de Ezé. La Basse Corniche es una sinuosa y preciosa carretera que une las distintas localidades de la Costa Azul, bordeando el mar. Es una carretera muy concurrida, pero se pueden ver las mejores vistas de la Costa Azul, durante su recorrido.

Menton y Niza se encuentran unidas por tres carreteras, llamadas Corniches: La Grande Corniche, que es la más alta de la tres, supendida entre el mar y el cielo. Fuie construida por orden de Napoleon I, siguiendo la Via Augusta romana. La Moyenne Corniche, la carretera intermedia, en la ladera de la montaña, y la Basse Corniche que se situa al nivel del mar y que serpentea entre los distintos pueblos. Son tres carreteras míticas, sobre todo las dos últimas, que han aparecido en multitud de peliculas ambientadas en esta zona, como «Atrapa a un Ladrón» de Alfred Hitchcock o «Golden Eye» de James Bond.

A unos 17 kms. de Menton llegamos a Ezé. Este pueblo encaramado en lo alto de un acantilado es uno de los más impresionantes de la Côte d’Azur, que es como se le llama a la Costa Azul en francés. Su localización hace de él un magnífico mirador con asombrosas vistas del mar Mediterráneo y la Costa Azul hasta Niza.

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El pueblo de Ezé, es peatonal y con acceso muy restringido al tráfico, así que hay que aparcar en la carretera a las afueras, en lo que se llama Ezé-bord-de-Mer, la zona costera de Ezé. El aparcamiento es bastante complicado, Es muy escaso, en zonas azules. Tuvimos suerte de encontrar un hueco, pero no es fácil. Además de la densa circulación que hay en esta carretera, lo que provoca importantes atascos.

Hay que ascender a la cumbre caminando o tomando un microbus, que te lleva hasta arriba. Nosotros decidimos caminar, a pesar del intenso calor que hacía en ese momento en la Costa Azul.  La subida nos permite disfrutar de unas vistas maravillosas sobre el Mediterráneo.

El acceso a la antigua ciudad de Ezé se realiza atravesando una doble puerta fortificada del siglo XIV. Nos encontramos con un precioso laberinto de callejuelas de traza medieval, repletas de tiendas de souvenirs, bares, cafés, y muchísimos turistas.

Destaca sobremanera la iglesia del siglo XVIII con fachada en ocre y oro y un campanario con un reloj. Y en la parte más alta se encuentra el Chateau de la Chèvre d’Or, un hotel de lujo desde el que se ven las mejores vistas del mar, y mñas arriba aun las ruinas del castillo de Ezé, donde en la actualidad hay un jardín exótico.

Se puede ver la vieja ciudad medieval de Ezé en poco más de una hora. Tampoco quisimos estar mucho más tiempo por el temor a pasarnos de hora en el parkimetro y arriesgarnos a una multa. Asi que admirando por ultima vez las vistas que se ven desde esta atalaya, regresamos a nuestro coche para continuar con la ruta del día.

Así en menos de media hora llegamos a Niza, la ciudad más importante de la Costa Azul, con cerca de 350.000 habitantes, siendo la septima ciudad de Francia. Niza estuvo ligada a Italia, hasta su invasión y anexión a Francia en 1860, tras la firma del Tratado de Turín, que concedió a Francia la Saboya y Niza (con el acuerdo de las poblaciones respectivas de estas regiones con un voto) a cambio de la total ayuda militar de Francia contra los austríacos, apoyando de esta manera a Italia en su esfuerzo por la unificación.

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Entramos en esta ciudad a traves de la Promenade des Arts, topandonos con la curiosa escultura Tete Carrée, una enorme cara gris de treinta metros de altura, que en su parte superior se transforma en un cubo de 14 metros de lado. Es una obra del escultor Sacha Sosna. Cerca se encuentra el edificio de la moderna Biblioteca de Louis Nucera, el Museo de Arte Contemporaneo y el Palacio de Congresos, conocido como la Acropolis.

Pero no teníamos demasiado tiempo para visitar la ciudad, y por este motivo nos dirigimos directamente al centro histórico. Dejamos el coche en el parking de la Cours Saleya. Y desde alli sin más dilación nos encaminamos para visitar el Palacio Lascaris, que estaba pronto a cerrar. Este interesante edificio se encuentra casi escondido en la Rue Droite, 18. Aunque su fachada no lo demuestre, es el palacio mñas grande y suntuoso de la Ciudad Vieja de Niza. Pertenecía a la familia Lascaris-Ventimiglia, que formaban parte de la alta nobleza del siglo XVII, siendo sobrinos del 57 Gran Maestre de la Orden de Malta.

El palacio esta organizado entorno a dos patios y destaca por su recargada decoración barroca. Los temas mitológicos dominan las pinturas de los techos. Además, encontramos valiosos tapices, pinturas y todo tipo de objetos decorativos además de una bonita colección de instrumentos antiguos.

Para los más melómanos cabe destacar la magnífica coleccion de instrumentos musicales antiguos de todo tipo. Desde pianos a intrumentos de cuerda, arpas, intrumentos de viento, etc.

Dejamos el bonito Palacio Lascaris y ponemos rumbo hacia la Place du Rosseti. Allí se encuentra la catedral de Niza, que se llama Catedral de Santa Reparata. Atravesamos estrechas callejuelas llenas de encanto, hasta llegar a esta bonita plaza.

La Catedral de Santa Reparata es un imponente templo barroco de planta de cruz latina, que data de mediados del siglo XVII. Está dedicada a la Asunción de la Virgen y a Santa Reparata, patrona de la ciudad. Se sitúa sobre los restos de la iglesia de un antigua abadía del siglo XII, de nombre Abadía de Saint Pons.

Santa Reparata murió en Tierra Santa en el siglo XIV y circula desde entonces una leyenda que cuenta que, esta mártir llegó a Niza en un barco lleno de flores, guiado por ángeles y desde entonces, sus restos descansan en esta catedral desde el año 1690. La santa murió decapitada y de ello se da buena fe en la iglesia con un sobrecogedor cuadro.

En el interior de la iglesia se despliega el barroco en toda su luminosidad, con diez capillas entre las que destacan el precioso altar mayor y la balaustrada de mármol acompañadas de una representación de la Gloria de Santa Reparata.

En la misma Place du Rosseti se encuentra la famosa Heladería Fenocchio. Tienen que ser unos helados buenísimos por las enormes colas que hay para tomar alguna de sus especialidades. Sorprende mucho que en la misma plaza haya otras heladerías y esten vacías.

Con el tremendo calor que hacía, no venia nada mal tomar unos buenos helados. Y la verdad es que los helados de Fenocchio estaban espectaculares.

En estos días por la Costa Azul, tuvimos que soportar un intenso calor. Quizas no tanto por las temperaturas, alrededor de los 32º o 33º, como por la gran humedad que habia en el ambiente y que hacia que la sensación térmica era mucho mayor. Es un calor muy húmedo  que hace que continuamente no dejes de sudar, como si estuvieramos dentro de una sauna.

Continuamos el paseo en  direccion hacia la plaza Massena, y por el camino atravesamos la Place del Palais de Justice, donde se encuentra el bonito Palacio Rusca, de estilo barroco con su torre del reloj. Frente al palais Rusca se encuentra el actual palacio de Justicia, de estilo neoclásico.

Y llegamos a la gran Plaza Massena, que se puede considerar el centro neurálgico de Niza. Es una plaza muy armoniosa con su llamativo suelo ajedrezado, y los bellos edificios soportalados de color rojo circundando la misma. En la parte sur se encuentra la Fontana du Soleil, obra de Albert Janiot.

Podemos ver tambien las esculturas del español Jaume Plensa, conocidas como «Conversation a Nice«. Son las imágenes de 7 personas sentadas en cuclillas sobre un poste de unos doce metros de altura. Se trata de unas esculturas de resina que se iluminan de diversos colores durante la noche.

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Rodeando la Fontane du Soleil hacia la Rue de l’Opera, llegamos hasta el paseo maritimo junto al mar, en el Quai des Etats Units. No llamaron poderosamente la atención los trampantojos pintados en la pared lateral de unos edificios que habia en esta calle. Eran tan realistas que era dificil saber si eran balcones de verdad o una ilusión, sobre todo en el edificio de la derecha.

Aqui terminamos nuestra corta visita a la ciudad de Niza. No teniamos tiempo para más porque no queriamos llegar demasiado tardea nuestro alojamiento para estos próximos cuatro dias, ya que la casera del apartamento nos estaba esperando.

Asi nos quedó por visitar la Colina del Castillo de Niza, desde donde sabemos que se ven unas preciosas vistas de la ciudad. Tambien está allí el Parque del Castillo que se corona en la parte superior por una gran cascada artificial, qjue data del siglo XIX y canaliza las aguas del río Vesubio. No pudo ser. Quizas para un proximo viaje a esta gran ciudad.

Regresamos al parking en la Cours Saleya, y sin más dilación nos ponemos en camino hacia Cannes. Como comenté en parrafos anteriores, en los proximos dias nos alojaremos en un apartamento en Cannes. Se trata del Studio Cannes Proche a Plage. En el barrio de La Californie Pezou, Av. Marechal Juin, 17. El precio para cuatro noches fue de 266,00 €. Un excelente precio dada la zona en la que nos encontramos. Se trata de un minusculo studio, pero muy bien equipado.

La encantadora propietaria del apartamento nos dijo que esa noche había un espectáculo de fuegos artificiales en el lujoso barrio de La Croissette. Así que tomamos una ducha reparadora y nos fuimos ahasta La Croissette a ver los fuegos. Sin embargo, se hizo tarde, y en el camino empezaron los artificios. Había un gran atasco, al haberse cortado algunas calles. Con lo que se hacia dificil llegar al lugar y como ya estábamos muy cansados de tan largo día, decidimos dar la cuelta y regresar al apartamento. Encontramos un pequeño supermercado abierto y compramos viandas para el desayuno, pan, leche, zumos, yogur, huevos,… y esa noche cenamos unos bocadillos preparados con el jamón ibérico y la caña de lomo que trajimos desde España, y después nos fuismos a dormir.

 

 

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