Día 5º: 4 Ago: Sault – Mont Ventoux – Nyons – Sault.

RUTA DEL DÍA:

Sault – Buis les Baronnies: 36,3 kms.

Buis les Baronnies – Vaison la Romaine: 22,2 kms.

Vaison la Romaine – Mont Ventoux: 31,1 kms.

Mont Ventoux – Nyons: 43,5 kms.

Nyons – St Auban sur l’Ouvèze: 37 kms.

St Auban sur l’Ouvéze – Sault: 28,3 kms.     TOTAL: 198,40 KMS.

Lo primero que hicimos al levantarnos fue abrir la ventana de la habitación y admirar las preciosas vistas de los campos de la Provenza y la mancha blanca del Mont Ventoux, que se pueden apreciar desde ella.

 

Cruzamos el bonito patio interior donde se encuentra el Hotel Belvue, llamado Place du Chateau, y a través de una arco se llega a La Promenade, un gran paseo con mirador desde donde se aprecia una hermosa vista de los campos que rodean a Sault.

 

Justo enfrente, se encuentra el Restaurante Le Pichoun, donde nos sirven el buen desayuno buffet del Hotel Belvue. El precio del desayuno, bastante completo, es de 10 €. El Le Pichoun tiene una terraza en la parte de atrás, desde donde se pueden apreciar hermosas vistas también.

 

Sault, al igual que Gordes, se encuentra situado en la cumbre de un afloramiento rocoso dominando un valle, donde el color dorado de los campos de trigo se funde con el azul de la lavanda y es el punto de partida ideal para conocer descubrir el Mont Ventoux, las gargantas del Nesque, el valle de Toulourenc, la montaña Lure, la meseta de Albion y los pueblos cercanos de Drôme Provençale y los Alpes de Haute Provence.

 

Y después del desayuno nos dispusimos a ello. El primer pueblo que visitamos fue Buis les Baronnies. Esta pequeña población rodeada de campos de lavanda es un pintoresca ciudad mercado, en la que destaca sobre todo su Place du Marché, la plaza del mercado, de forma triangular y catalogada como Monumento Histórico de Francia. En ella llaman la atención las fachadas pintadas con brillantes colores y las arcadas cubiertas que datan del siglo XV.

 

A parte de esta plaza, merece la pena pasear por sus calles peatonales y callejones con sus tiendas tradicionales, que le dan un encanto especial a este bonito pueblo.

 

Dejamos Buis les Baronnies y continuamos camino hacia la siguiente parada del camino: Vaison la Romaine. Esta ciudad a los pies del Mont Ventoux, tiene una larga historia, que remonta al periodo romano, aunque también se encontraron vestigios de una comunidad agraria de la Primera Edad de Hierro (s. VII a.C.). También vivieron aquí pueblos ligures y celtas en el siglo IV a.C. a partir de la invasión del pueblo de origen celta de los Voconcios.

Pero la ciudad comenzó a ser importante con la conquista romana del siglo II a.C. cuando obtiene el estatuto privilegiado de ciudad federada.

 

Vaison la Romaine, está bañada por el río Ouvèze un afluente del Ródano. La población voconcia se establece en la margen derecha del río. Tras la caída del Imperio Romano, Vaison la Romaine se convierte en un importante centro religioso. Y en el siglo XII la población busca refugio, ante los continuos conflictos bélicos, en el roquedal de la margen izquierda del Ouvèze.

 

De la época romana mantiene esta ciudad unos interesantes emplazamientos arqueológicos que se llaman Villasse y Puymin, con el teatro romano como pieza más destacada.

 

Pero lo que más nos gustó de Vaison la Romaine, fue el barrio alto, edificado en el roquedal junto al Ouvèze. Este barrio se organiza en torno al Castillo, construido en 1195 por el conde de Toulouse Raymond IV, para reafirmar su poder sobre el del obispo de la ciudad que ubicaba sus dominios en la margen derecha del río.

Se accede al barrio alto por una puerta fortificada del siglo XIV, dominada por la Torre Beffroi, donde se situaba en la Edad Media el puesto de guardia, desde donde se abría el gran puente levadizo que protegía la entrada.

 

Una vez atravesamos esta puerta, nos encontramos con una estrechas callejuelas empedradas donde podemos ver bellas viviendas burguesas, como el Hotel Fabre de Saint Veran, la Capilla de la Cofradía de los Penitentes Blancos o las casas de las familias Taulignan y Montfort.

 

Todas estas casas datan en su mayoría del siglo XVI. La ascensión continúa hasta llegar al castillo condal, o Chateau Comtal, construido por el conde Raymond VI en 1108. Primero con una torre de madera y después de piedra en 1195. Esta fortaleza fue ampliada hasta convertirse en un edificio compuesto por tres cuerpos flanqueados por una torre del homenaje, que rodean a un patio interior. En el siglo XV se le añaden almenas, atalayas y barbacanas lo que confirma su función militar.

 

Hoy en día el castillo se encuentra en un estado bastante deteriorado y no es visitable por dentro, estando acometiéndose obras de restauración. Lo que si se ven desde aquí son unas preciosas vistas sobre los campos de la Provenza.

 

Era ya hora de almorzar y además el calor estaba apretando fuerte, con lo que descendimos hasta llegar nuevamente a la entrada a la ciudad vieja. Allí encontramos un restaurante llamado «Le Vieux Vaison«, donde comimos un pescado en salsa carbonara bastante rico.

 

Una vez saciado nuestro apetito, nos encaminamos hacia la ascensión del mítico Mont-Ventoux. Esta montaña es el techo de la Provenza, la cima más alta de la región. Su nombre significa el Monte Ventoso, dado que aquí en ocasiones el viento mistral puede llegar a registra enormes velocidades, lo que provoca que se tenga que cerrar a veces la carretera de ascenso hasta la cima.

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La cima de la montaña se compone de una piedra calcárea sin ningún tipo de vegetación, lo que le confiere un aspecto de estar permanentemente nevado. El monte tiene 1.909 metros de altitud. Esta montaña es internacionalmente famosa, además por se meta de numerosas etapas del Tour de Francia. La carretera tiene en sus 22 kms. de distancia una pendiente del 7,6%, aunque se llegan a encontrar tramos con hasta un 10% de desnivel.

 

Ni que decir tiene, que las vistas desde esta cima que domina toda la sierra del Luberon, y el valle del Ródano, sobre todo en días claros, son impresionantes., pudiéndose ver desde las estribaciones de la Costa Azul hasta los Alpes franceses, con sus cumbres nevadas.

 

Aquí arriba se estaba más fresquito y era agradable admirar los paisajes que nos rodeaban, pero había que seguir. Asi que procedimos a descender del Mont-Ventoux, encontrándonos por el camino a valientes ciclistas que querían emular a los profesionales que tantas veces han escrito gloriosas páginas en la historia de la gran ruta ciclista gala.

En algo más de media hora llegamos a Nyons, una pequeña ciudad de casi 7.000 habitantes y situada en una garganta al oeste de la región de las Baronnies, sobre el río Eygues.

 

Precisamente el puente románico del siglo XV sobre el río Eygues, es su monumento más destacado. De un solo arco de estilo gótico se eleva hasta los 18 metros de altura con un alcance de 43 metros. Fue inaugurado en el año 1409 por el obispo de Vaison, aunque se empezó a construir en 1341 para sustituir otros medios más rudimentarios para cruzar el río.

 

Desde el puente se puede ver la más hermosa vista de la localidad y entre las casas y edificios que divisamos llama la atención el otro monumento más importante de Nyons. Se trata de la Capilla de Nuestra Señora del Socorro. Se trata de la torre de una antigua prisión militar de 1280. En pésimo estado de conservación fue vendida en 1862 a Canon Francou, pastor de Nyons, que la transformó en una capilla en honor de la Virgen del Socorro.

 

La base de la torre es el edificio más antiguo de la ciudad, y tiene 10 metros de altura. Sobre ella se erigió una arcada neogotica en forma piramidal con cuatro caras adornadas por estátuas: En la primera planta de San José, San Juan, San Bernardo, San Vicente. En la segunda los santos Anne, Elizabeth, Theresa y Madeleine. Y en la tercera cuatro ángeles. En la cima la imagen de la Virgen de 3 metros y medio de altura.

 

Las calles de Nyons tienen el mismo encanto medieval de los demás pueblos que estamos viendo en estos dias en el interior de la Provenza y la sierra del Luberon, con sus fachadas de piedra, tonos pasteles y contraventanas de madera. Tomamos un refresco para  mitigar el calor de esta tarde de agosto provenzal y ya regresamos hasta el parking donde dejamos el coche.

 

En el camino atravesamos la Place des Arcades, del siglo XIV., que data de los años 1330-1340, con la marca de los comerciantes florentinos Lombard, que construyeron esta plaza para fomentar el comercio de la ciudad. Aquí se establecieron distintos tipos de negocios, muchos de los cuales siguen manteniendo su labor tradicional, lo que supone otro de los atractivos de Nyons. En su entorno podemos encontrar molinos tradicionales de aceite, antiguas destilerías, talleres de esparto y otros productos artesanos.

Dejamos ya esta bonita ciudad y nos encaminamos ya de regreso hasta Sault. Antes de llegar a nuestro destino donde teniamos el hotel, nos detenemos en una última localidad, Saint Auban sur L’Ouvèze. Por el camino encontramos los primeros grandes campos de lavanda, el motivo principal que nos llevó a viajar a esta región cuando decidimos  nuestro destino vacacional de 2019.

 

Hay que decir que la recolección de la lavanda, empieza a finales de junio y principios de julio, con lo que esta es la mejor fecha para visitar esta región. Sin embargo, nosotros por nuestro trabajo no podemos viajar en esas fechas y escogimos el mes de agosto. En agosto, buena parte de los campos de lavanda ya han sido recolectados con lo que es más dificil verlos en todo su apogeo floral.

Pero aun así, pudimos ver algunos durante nuestro viaje. Lo primero que llama la atención es el intenso olor a lavanda que desprenden estos campos, después tambien impresiona el zumbido que producen las abejas que se encuentran libando de estas flores y que producen la cotizada miel de lavanda que se vende por esta región.

Un último apunte: Cuidado con coger ramitas de lavanda. Nosotros cogimos unas pocas ramas y al poco se acercó una mujer en un 4×4 para echarnos la bronca, porque esas plantas eran suyas. En este punto, no tuvimos más que apelar a nuestro desconocimento del idioma y hacerlos los locos. Pero fue un momento un poco desagradable.

Llegamos en pocos kilometros a Saint Auban sur L’Ouvèze.  Este tranquilo pueblo fue un bastión de los Montauban durante el siglo XIV. Hoy en día es un pueblo productor de flores de lima, que se ubica rodeado de campso de lavanda y setos de cipreses.

Fue solo una pequeña parada técnica en este pequeño pueblo que tiene una iglesia de 1870, varias casas renacentistas como la de los Condes de Rioms, una fuente llamada Cabeza del Cisne y los restos de un castillo medieval.

Llegamos ya a nuestro hotel, donde descansamos un rato hasta la hora de cenar. Cenamos en un buen restaurante de la Place Promenade, «La Promenade de Justin Sebastien». Y con un buen bistec y un filete ruso, con patatas y ensalada, regados con una buena cerveza belga, terminamos este día.

No estaba mal para terminar un día tan intenso.

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