Una vez que desayunamos estupendamente con el buffet del Hotel Ibis, nos pusimos en camino para iniciar el segundo día de nuestro viaje.
Lo primero que hicimos es acercarnos al embarcadero del Vieux Port para tomar el ferry que nos llevaría a la Isla de If, una de las cuatro (Pomegués, Ratonneau, If y Tiboulen) que componen el archipiélago de Frioul. Unas pequeñas islas que se encuentra frente a la ciudad de Marsella a unos cuatro kilómetros.
La Isla de If, es un pequeño islote donde se ubica el Castillo de If, que Alejandro Dumas tomó como escenario de su obra «El Conde de Montecristo» en 1844. Aquí ubicó la prisión donde fue encerrado Edmund Dantes y donde conoció al Abate Faría.
Para llegar a la Isla de If tomamos el ferry de las 9:30, teniendo previsto el regreso a las 10:45. El trayecto dura unos 20 minutos. El precio Ida y Vuelta es de 10,80 €. Es muy bonito el trayecto hasta la isla, pues cruzamos todo el puerto viejo pasando junto al Fuerte de San Juan, la Catedral o el Palacio del Pharo, y mientras podemos ver como se aleja la ciudad de Marsella, de la que tenemos unas preciosas vistas.
Se accede al Castillo desde el pequeño embarcadero de la isla, subiendo por una rampa que llega hasta la primera muralla que da paso a la explanada, donde se sitúa el edificio principal.
El Castillo de If comenzó a edificarse en 1529 por orden del rey Francisco I. Fue la primera fortaleza real que se edificó en Marsella. Su función era proteger el acceso a uno de los puertos comerciales más importantes del país. Ya a finales del siglo XVI y en el XVII se convirtió en prisión del estado y así funcionó hasta el siglo XIX. En 1880 el monumento se abre al público.
El castillo tiene su único acceso en el centro de la fachada este, flanqueada por dos torres de artillería. A través de esta puerta se llega al patio interior donde en su planta baja se situaban la cocina, el almacén de grano y el pozo que se alimentaba con el agua de lluvia. Otras habitaciones conforman las celdas colectivas y aquí han ubicado la celda de Edmund Dantes, en lo que era el antiguo polvorín y el calabozo del Abate Faria.
En la planta superior se sitúan nuevos calabozos, en uno de ellos estuvo encerrado entre 1774 y 1775 el Conde de Mirabeau. Otros son los calabozos de los condenados a muerte. En una de las salas hay una exposición dedicada a Alejandro Dumas y su obra «El Conde de Montecristo» y otra sala está dedicada a Kléber, un navegante asesinado en El Cairo en 1800 al finalizar la expedición de Napoleón a Egipto.
También se pueden ver en estas celdas diferentes graffitis tallados por los prisioneros que estuvieron encarcelados aquí.
Finalmente en la azotea podemos ver de cerca las tres torres del castillo. La que se sitúa a la izquierda de la puerta de entrada es la torre de Maugouvert y la de la derecha la de Saint-Jaume. Detrás el gran torreón o torre de Saint-Christophe. A su izquierda hay una columna hueca que servia para desviar el agua de lluvia hacia el pozo.
Indudablemente lo mejor de la azotea son las vistas de las islas Frioul y de la ciudad, dominada por la basílica de Notre Dame de la Garde, que veremos más adelante.
No demoramos más la vista al Castillo de If, y regresamos al puerto de Marsella, sobre las 11 de la mañana, pasando muy cerca del Palacio del Pharo y pudimos ver a lo lejos el Monumento a los Héroes y Víctimas del mar.
Llegados al puerto nos detenemos en la Iglesia de San Ferreol, que ya nos llamó la atención en el día de ayer con su fachada blanca. Esta iglesia ocupa el lugar de una antigua capilla templaria del siglo XII. En el siglo XIV pasa a ser propiedad de los Agustinos. A lo largo de la historia fue testigo de importantes acontecimientos de la ciudad. Así en el siglo XV fue muy dañada tras el ataque de los aragoneses e igualmente durante la Revolución Francesa. Tras estos acontecimientos fue cuando se le añadió la bella fachada neobarroca y el campanario de aires italianos.
Seguidamente tomamos el bus numero 60 para ascender al punto más alto de Marsella donde se ubica la Basilica de Notre Dame de la Garde. Este santuario se ubica en la Colina de la Garde, que le da el nombre. Construida en el siglo XIX gracias a los deseos de Napoleón III, en lo más alto del campanario se situa la imagen en bronce de la Virgen con el niño, de 9 metros que domina la ciudad y protege a los marineros que se hacen a la mar. Este talla es obra de Lequesque. Esta Virgen es conocida por los marselleses como la Bonne Mère, la Buena Madre, al considerársela la gran protectora de la ciudad.
Tiene gran devoción. Se le han atribuido infinidad de milagros y curaciones, y cada año durante la candelaria –2 de febrero– los habitantes de Marsella arriban a la madrugada para bendecir la Navette, el pastel típico de la región, que compramos ayer.
La basílica tiene dos partes: una iglesia inferior o cripta excavada en la roca, y con estilo románico. Se sitúa tras el atrio de entrada debajo de la torre campanario. Aqui podemos ver dos esculturas, el obispo Mazenod y el papa Pio IX, ambas esculpidas por Ramus. En esta sala hay dos escalera que conducen a la iglesia superior.
La planta de la cripta consiste en una nave abovedada abierta con seis capillas laterales que coinciden con las de la iglesia superior, dedicados a diferentes santos. En el altar se encuentra la Virgen con el ramo.
Sobre la cripta se encuentra el Santuario, la iglesia superior. En estilo románico-bizantino, aquí triunfa la policromía con mosaicos suntuosos, columnas de mármol y pilares alternando los colores rojo y blanco.
La nave central se cubre con tres cúpulas decoradas con mosaicos sobre un tapiz de flores con figuras en forma de palomas situadas en círculo alrededor de un gran florero central. En las cuatro esquinas, en las uniones de la bóveda con los pilares hay unos medallones con figuras que representan pasajes del Antiguo Testamento. La primera cúpula representa el Arca de Noe, la segunda las Tablas de la Ley y la tercera la recreación del Vino Místico.
Los mosaicos del transepto y nave del crucero se inspiran en los del mausoleo de Gala Placidia en Rávena. Asimismo llama la atención también la cantidad de referencias marinas que se ven en las distintas capillas y la cantidad de exvotos, velas y ofrendas votivas ofrecidas a la Virgen en agradecimiento por la concesión de alguna gracia espiritual. Esto es una gran muestra del fervor religioso mediterráneo.
Sin lugar a dudas, la iglesia forma un conjunto de una belleza espectacular, un lugar que seguro no va a dejar indiferente, absolutamente imprescindible para todo visitante de esta ciudad.
La torre Campanario tiene 41 metros de altura y una potente planta cuadrada situada sobre el pórtico de entrada. Tiene dos pisos con cinco arcos que sirven de ventanas a unos bellos balcones.
En el exterior, alrededor de la iglesia hay unos espléndidos miradores desde donde se ven las mejores vistas de la ciudad en todo su alrededor.
Aquí nos podemos dar cuenta, perfectamente de las enormes dimensiones de Marsella, no en vano, es la ciudad más grande de Francia , tras la capital París.
Junto a la Basílica hay un convento regentado por monjas, que a su vez gestionan la tienda y el restaurante. Precisamente era la hora de almorzar y decidimos hacerlo en este restaurante. Un restaurante servido por las propias religiosas, la mayoría de origen oriental, y que la verdad sea dicha, más parecía el comedor de un asilo que un restaurante. En cualquier caso, comimos bastante bien, con un buen entrecot.
Tras el almuerzo, tocaba regresar al puerto viejo. Está la opción de bajar caminando, pero con el calor que hacía, optamos por volver a coger el bus 60. Nos fuimos a descansar, un rato al hotel para recobrar fuerzas para seguir nuestro paseo.
Después de la corta y reparadora siesta, continuamos descubriendo Marsella. La próxima visita el parque del Palais Longchamp. Este monumento se encuentra un poco retirado de lo que es el centro histórico de la ciudad. Para llegar allí tomamos el metro Línea M1, en el Vieux Port, hasta la parada de Cinq-Avenues-Longchamp.
Este precioso monumento alberga los Museos de Bellas Artes e Historia Natural de Marsella. Fue creado en 1839 para celebrar la construcción del Canal de Marsella, una gran obra de ingeniera para llevar agua potable a esta ciudad desde el río Durance. El Palais Longchamp tardó 30 años en terminarse debido a los enormes gastos de su construcción.
El elemento más destacado es su fuente central, llamada el castillo del agua. Constituye un depósito de agua, siendo la fuente de agua potable más importante de la ciudad. En la fuente bajo un arco triunfal, se representa una alegoría del río Durance acompañado de figuras femeninas que simbolizan la vid y el trigo.
Cada puerta de entrada está enmarcada por altos pedestales en los que se erigen estatuas talladas por Antoine Luis Bayre que representan a la izquierda un león matando un muflón y un tigre con un ciervo y a la derecha un león matando un jabalí y un tigre con una gacela.
Atravesando esta monumental portada, llegamos al Park Longchamp, que es considerado uno de los más notables de Francia. En este parque se localiza además un Zoo y un observatorio astronómico.
Frente al Palais Longchamp, se extiende el Boulevard Longchamp, donde hay una parada del tranvía, que nos lleva hasta la Rue Canebiere. Aquí nos ocurrió una curiosa anécdota, mientras esperábamos el tranvía. Por la megafonía de la calle se escuchó un mensaje advirtiendo de que tuviéramos cuidado con nuestras pertenencias. Nunca habíamos oído en ninguna ciudad un aviso así, en medio de la calle. A partir de ahí, empezamos a especular: ¿Sería una advertencia sobre un tipo de aspecto sospechoso que había por allí cerca?. Lo mismo lo vieron a través de las cámaras de seguridad que había en las paradas. El caso es que el tipo se fue, tras oírse el aviso.
En fin, llegamos sin mayor problema hasta La Canebière, la gran avenida comercial de Marsella. Paseando por estas calles sin un rumbo fijo llegamos hasta la calle del Mercado de los Capuchinos, o Rue du Marché des Capucins. Nos sorprendió mucho el ambiente de estas calles alrededor del Mercado de los Capuchinos.
De repente parecía que habíamos abandonado Marsella, trasladándonos a una ciudad del Magreb o Turquía. Una sucesión de comercios de alimentación, fruterías, carnicerías, casas de especias, zapaterías o cesterías se situaban a cada lado de las calles, así como puestos callejeros vendiendo todo tipo de cosas, y una población, mayoritariamente magrebie, que llenaba las aceras. Muchos hombres musulmanes estaban parados en las calles sin saber muy bien qué estaban haciendo, solo mirando la gente pasar.
Sabíamos que en Marsella hay una gran población magrebie, proveniente de las antiguas colinas francesas (Tunez, Argelia, Marruecos, …), pero no esperábamos encontrarnos con este choque cultural a tan pocos pasos de la zona más exclusiva y glamourosa de Marsella como es La Canebière. En cualquier caso, fue muy interesante encontrar este barrio tan distinto a lo que habíamos visto hasta ahora.
Regresando a la Rue Canebiére llegamos a la Cours Belsunce y en esta avenida se encuentra la calle Rue Thubaneau, donde en su numero 23 se encuentra el Memorial de la Marsellesa. Este edificio muestra una exposición que nos cuenta la historia del himno nacional de Francia, la popular Marsellesa. Aqui donde se ubicaba la sede de los Jacobinos, fue donde se escuchó por primera vez este himno en 1792.
En 1792, la Revolución Francesa está en progreso y la guerra contra la monarquía está en su apogeo. Un día, el alcalde de Estrasburgo, el barón Dietrich, sugiere que los revolucionarios no tienen una canción oficial, un himno para acompañarlos y motivar a las tropas en su viaje. Al escuchar esto, el Capitán Rouget de Lisle, que también es músico y poeta, decide escribir esta canción en una noche, que al principio se llama «la canción de guerra para el ejército del Rin«. Unos meses más tarde, los voluntarios de Marsella lo cantarán durante todo su viaje hacia la capital, que durará un mes. Una vez en París, esta canción fue nombrada por los parisinos «Hymne des Marseilles» antes de convertirse en «La Marsellesa» que hoy conocemos. No fue sino hasta el 14 de julio de 1795 que se adoptó oficialmente como himno nacional. ¿Queréis saber que dice este himno?. Aquí lo tenéis por si os pica la curiosidad.
en francés | Traducción al español |
Allons enfants de la Patrie, Le jour de gloire est arrivé ! Contre nous de la tyrannie L’étendard sanglant est levé (bis)Entendez-vous dans les campagnes Mugir ces féroces soldats ? Ils viennent jusque dans vos bras Égorger vos fils, vos compagnes ! |
Marchemos, hijos de la Patria, ¡ha llegado el día de gloria! Contra nosotros, de la tiranía, el sangriento estandarte se alza. (bis)¿Oís en los campos el bramido de aquellos feroces soldados? ¡Vienen hasta vuestros mismos brazos a degollar a vuestros hijos y esposas! |
Aux armes, citoyens ! Formez vos bataillons ! Marchons, marchons ! Qu’un sang impur Abreuve nos sillons ! |
¡A las armas, ciudadanos! ¡Formad vuestros batallones! ¡Marchemos, marchemos! ¡Que una sangre impura inunda nuestros surcos! |
Que veut cette horde d’esclaves, De traîtres, de rois conjurés ? Pour qui ces ignobles entraves, Ces fers dès longtemps préparés ? (bis)Français, pour nous, ah ! quel outrage ! Quels transports il doit exciter ! C’est nous qu’on ose méditer De rendre à l’antique esclavage ! |
¿Qué pretende esa horda de esclavos, de traidores, de reyes conjurados? ¿Para quién esas viles cadenas, esos grilletes de hace tiempo preparados? (bis)Para nosotros, franceses, ¡ah, qué ultraje! ¡Qué emociones debe suscitar! ¡A nosotros osan intentar reducirnos a la antigua servidumbre! |
Quoi ! des cohortes étrangères Feraient la loi dans nos foyers ! Quoi ! ces phalanges mercenaires Terrasseraient nos fiers guerriers ! (bis)Grand Dieu ! par des mains enchaînées Nos fronts sous le joug se ploieraient De vils despotes deviendraient Les maîtres de nos destinées ! |
¡Cómo, cohortes extranjeras, harían la ley en nuestros hogares! ¡Cómo, esas falanges mercenarias derrotarían a nuestros fieros guerreros! (bis)¡Dios santo! Encadenadas por otras manos, nuestras frentes se inclinarían bajo el yugo. Unos déspotas viles serían los dueños de nuestros destinos. |
Tremblez, tyrans et vous perfides L’opprobre de tous les partis Tremblez ! vos projets parricides Vont enfin recevoir leurs prix ! (bis)Tout est soldat pour vous combattre, S’ils tombent, nos jeunes héros, La terre en produit de nouveaux, Contre vous tout prêts à se battre ! |
Temblad, tiranos y pérfidos, oprobio de todos los partidos ¡temblad! ¡Vuestros planes parricidas recibirán por fin su merecido! (bis)Todos son soldados para combatiros, Si nuestros jóvenes héroes caen, la tierra produce otros nuevos, ¡listos para luchar contra vosotros! |
Français, en guerriers magnanimes Portez ou retenez vos coups ! Épargnez ces tristes victimes À regret s’armant contre nous. (bis)Mais ces despotes sanguinaires, Mais ces complices de Bouillé, Tous ces tigres qui, sans pitié, Déchirent le sein de leur mère ! |
¡Franceses, magnánimos guerreros, asestad vuestros golpes o retenedlos! perdonad a esas víctimas tristes, que a su pesar se arman contra nosotros. (bis)¡Pero no a esos déspotas sanguinarios, esos cómplices de Bouillé, todos esos tigres que, sin piedad, desgarran el seno de su madre! |
Amour sacré de la Patrie, Conduis, soutiens nos bras vengeurs Liberté, Liberté chérie, Combats avec tes défenseurs ! (bis)Sous nos drapeaux que la victoire Accoure à tes mâles accents, Que tes ennemis expirants Voient ton triomphe et notre gloire ! |
¡Amor sagrado de la Patria, conduce y sostén nuestros brazos vengadores! ¡Libertad, Libertad amada, combate con tus defensores! (bis)¡Que la victoria, a tus voces viriles, acuda bajo nuestras banderas! ¡Que tus enemigos, al expirar, vean tu triunfo y nuestra gloria! |
Nous entrerons dans la carrière Quand nos aînés n’y seront plus, Nous y trouverons leur poussière Et la trace de leurs vertus (bis)Bien moins jaloux de leur survivre Que de partager leur cercueil, Nous aurons le sublime orgueil De les venger ou de les suivre |
Entraremos en la cantera cuando nuestros mayores ya no estén, encontraremos sus cenizas y la huella de sus virtudes. (bis)Menos celosos de sobrevivirles que de compartir su tumba, tendremos el sublime orgullo de vengarlos o de seguirlos. |
Como podréis comprobar es un himno muy conciliador y pacifista, je je.
Bueno, pues paseando y paseando, llegó el atardecer, que vimos en nuestro Vieux Port. Era aun temprano para cenar, y decidimos probar la bebida típica local, el Pastis. Si vienes a Marsella tienes que probar el pastis, Esta especie de anís tiene unos 40-45º de alcohol, pero se bebe diluida con agua y con hielo, resultando un mejunje de color ámbar muy refrescante.
Lo tomamos en un muy auténtico y genuíno pub irlandés, llamado O’Malley’s. La verdad es que está muy rico el pastis, fresquito, ideal para abrir boca antes de la comida. Además el pub tenía un agradable ambiente decorado con multitud de bufandas de equipos de futbol, encontrando una agradable sorpresa. 😉
Estuvimos un buen rato en este pub, y cuando salimos ya era de noche y el momento de buscar un lugar para cenar. Elegimos La Galiote en la Place aux Huiles, una buena pizzeria que se encuentra a pocos pasos del pub y todo ello muy de nuestro hotel. Con lo que después de la cena unos mejillones a la plancha, como entrante, y una estupenda pizza, no tuvimos más que hacer que regresar a nuestro alojamiento a dormir.
QUE MARAVILLOSO VIAJE
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