Día 9º: 23 Ago: Würzburg – Zúrich.

RUTA DEL DIA:

Würzburg – Ulm: 196 kms.

Ulm – Meersburg: 115 kms.

Meersburg – Constanza: En Ferry: 10,4 kms. 15 min.

Constanza – Zúrich:  70,4 kms.         TOTAL: 391,8 KMS.

Después de tomar el excelente desayuno del Hotel Ibis, y una vez recuperados del día anterior, nos dispusimos a visitar la interesante ciudad de Würzburg.

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Es el noveno día de nuestro viaje y ya hemos dejado atrás la maravillosa Romantische Strasse. Ahora nos íbamos a encaminar hacia Suiza, pero antes había que visitar dos ciudades. La primera, aquella en la que nos encontramos.

Würzburg, al oeste del rio Meno, o Main en alemán, es la capital de la región de la Baja Franconia. Rodeada de viñedos, el cauce del río divide en dos partes a la urbe. A un lado están las zonas tradicionales, con sus monumentos clásicos: El ayuntamiento, la catedral, la magnífica Residencia barroca. etc. Y enfrente se halla la ciudadela de Mariemberg, lugar fortificado que ostentaba el dominio de los príncipes-obispos.

La ciudad fue muy castigada durante la Segunda Guerra Mundial. A pesar de ello conserva muchos monumentos de interés, siendo uno de ellos, el Palacio Barroco de la Residencia, un edificio situado en la lista del Patrimonio Mundial de la Humanidad de la UNESCO, desde 1981.

Así pues, después del desayuno nos dirigimos con el coche hasta la Residencia de Würzburgo. Aparcamos frente a ella en uno de los parkings allí habilitados.

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Este portentoso edificio fue la antigua residencia de los príncipes obispos de Wurzburgo, terminada en 1780. Es considerado uno de los más importantes palacios barrocos de Europa, situandose al mismo nivel de Schonbrunn de Viena o Versalles de París. La entrada al monumento cuesta 7,50 € incluyendo audioguía.

Construido entre 1720 y 1744 y engalanado entre 1765 y 1780 con los espléndidos jardines de la corte, ilustra una época grandiosa y una de las cortes de príncipes más brillantes del Europa. Balthasar Neumann, arquitecto de la corte, fue el encargado de la ejecución del proyecto. Para realizar tan majestuosa obra se rodeó de un importante equipo de artistas y arquitectos de gran renombre en su época, tanto de Alemania como de Francia. Así como el interiorista italiano Antonio Bossi, «el genio de los ornamentos» y virtuosos escultores como Johann Wolfgang van der Auvera y Georg Adam Guthmann de Múnich, que se encargaron de la decoración minuciosamente detallada de los espacios. Y para la ilustración pictórica contaron con la colaboración de Giovanni Battista Tiepolo, el mayor pintor de frescos del siglo XVIII.

Así la primera gran impresión nos la llevamos al descubrir los frescos de la imponente escalera principal del edificio, realizados por el veneciano Tiepolo entre 1751 y 1753.

A continuación tenemos la oportunidad de visitar unas 40 ostentosas habitaciones como la Sala Blanca, la Sala Imperial o el Salón de los espejos, considerado la mas completa sala en estilo rococó existente.

El palacio sigue en proceso de restauración de los daños sufridos en algunas alas del mismo por los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Aun así, las salas conservadas son impresionantes.

Otra joya del palacio en su Iglesia. El tratamiento del color de la misma es fantástico. Destacan los tonos rosas y dorados junto al color mármol de las columnas. Las pequeñas capillas laterales son decoradas por más pinturas de Tiepolo.

También son patrimonio de la UNESCO los exuberantes jardines de la corte, situados tras el palacio. Aquí nos encontramos con una enorme diversidad de tipos de rosas. También se pueden observar gran cantidad de bellos jarrones, esculturas, figuras y macetas que contribuyen a embellecer la instalación.

Hay otro señorial palacio en Wurzburgo. Se trata de la Fortaleza de Marienberg, que se sitúa al otro lado del rio Meno, sobre una colina. Es un ejemplo clásico de castillo medieval, modificado posteriormente como castillo renacentista y más tarde como fortaleza barroca. Se trata de una de las sedes de gobierno más antiguas de Alemania: ya en torno al año 1000 a. C. se encontraba aquí una fortaleza celta, en el año 706 se inauguró la Iglesia de Santa Maria (Marienkirche) y en 1200 se construyó el castillo.

Nosotros, por cuestión de tiempo no la llegamos a visitar. Nos tuvimos que conformar con ver su imponente silueta, rodeada de viñedos desde la margen opuesta del río.

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Lo que hicimos después de visitar la Residencia, fue caminar en dirección al bellos centro histórico de la ciudad, donde también hay numerosos atractivos que ver.

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El primero de ellos la Catedral de San Killian, claramente visible por las dos agujas gemelas de sus torres. De un austero estilo románico, fue iniciada en el año 1040, finalizandose en el 1075, pero sufrió varias modificaciones en épocas góticas y barrocas. De tres naves en su interior cabe destacar la pila bautismal de 1279, varias esculturas góticas de  Tilman Riemenschneiderm o  la capilla Schönborn, de Balthasar Neumann. También la excelente colección de tumbas de obispos góticas, renacentistas y barrocas.

Otra bella iglesia es la Marienkapelle, ubicada junto a la plaza del Mercado. De estilo gótico destaca por la piedra arenisca rojiza usada en su construcción. El templo fue iniciado en 1377 y en su fachada hay que destacar la Anunciación de Riemenschneider, así como las esculturas de Adan y Eva, también del mismo autor.

En la plaza del Mercado, y detras de la Marienkapelle, podemos ver un hermoso edificio medieval, la Falkenhaus, o Casa de los Halcones, decorado posteriormente en 1751 con estucos en estilo rococó.  Estaa fachada de la casa del halcón con sus frontones originalmente curvados es una de las fachadas rococó más bellas del sur de Alemania.

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En este edificio se encuentra en la actualidad la Oficina de Turismo de la ciudad y la Biblioteca municipal.

Tambien es reseñable la iglesia Neumünster, ubicada en el lugar donde fueron martirizados los primeros predicadores irlandeses que quisieron cristianizar la región, en el siglo VIII. Destaca sobre todo por su magnifica portada barroca, que sustituyó a la de la anterior iglesia románica.

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Cerca de estos edificios se encuentra el Puente Viejo de Wurzburgo. Es una obra de los siglos XV y XVI, ya  los que hayan visitado Praga, les recordará mucho al Puente de Carlos de esta ciudad.

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En 1730 se le añadieron las esculturas que representan a diversos santos, entre ellos predicadores irlandeses que cristianizaron la región. Este punto es perfecto para ver las mejores vistas de la ciudad, con el casco histórico a un lado, y los viñedos y la fortaleza de Mariemberg al otro.

Este día se presentó con un sofocante calor, y en el momento de la visita al puente la temperatura era muy elevada. Afortunadamente al comienzo del puente encontramos una Vinoteca, con aire acondicionado, donde pudimos degustar un vino blanco de la región de Franconia, muy rico que nos sirvió de reconstituyente.

Tras visitar el puente, eran ya alrededor de la 13:30 horas, así que buscamos un sitio para almorzar, antes de dejar esta muy atractiva ciudad, llena de rincones encantadores.

Dejamos Wurzburgo tras el almuerzo, pues nos quedaba un lagos camino hasta nuestro siguiente destino, la ciudad de Ulm. Esta ciudad se encuentra a 196 kms, tardando en llegar unas dos horas.

Hablar de Ulm es hacerlo de su impresionante catedral. Y es que la Ulmer Münster, de estilo gótico, es una de las catedrales más importantes del mundo, teniendo varios records. A saber: Tiene la torre gótica más alta del mundo con 161,53 metros, conocida como «el dedo de Dios«. Es la iglesia protestante más grande del mundo. Para ascender a lo más alto de su torre hay que subir 768 escalones. También puede ser una de las catedrales que tardó más tiempo en construirse, desde el siglo XIV al XIX.

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La Catedral de Ulm, se empezó a construir en el siglo XIV. En principio fue una iglesia católica, pero con la Reforma luterana de 1529, pasó a ser protestante. Em 1543 la inestable situación política detuvo las obras. En ese momento su torre alcanzaba los 100 metros. En 1844 se reanudaron las obras que, bajo la dirección de August de Beber, se terminaron en 1890. Por cierto, aunque popularmente se la conoce como catedral de Ulm, no es en realidad una catedral ya que nunca ha sido la sede de un obispo.

Cuenta la leyenda que cuando se construía la catedral de Ulm los constructores no consiguieron meter una viga demasiado larga (y a lo ancho) por las puertas de la muralla. Viendo cómo un gorrión atravesaba un espacio estrecho con una paja alargada girándola en sentido longitudinal, los hombres vieron la luz y consigueron pasar la viga sin tener que derribar parte de la muralla. Desde entonces el gorrión es un símbolo de la ciudad que está presente en forma de estatuilla en muchos de sus rincones.

Los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial destruyeron la ciudad, pero la catedral no salió demasiado mal parada. Con lo que también podría considerarse la catedral con más suerte del mundo.

La verdad es que bastantes kilómetros antes de llegar a Ulm, ya se puede avistar la impresionante torre, al ser un terreno bastante llano el que rodea la ciudad.

Del interior de la catedral, lo primero que nos llama la atención es la altura de sus arcos y el coro. También hay que destacar el altar de Hans Multscher (1443).

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La sillería con filósofos, profetas y apóstoles tallada por Jörg Syrlin el Viejo (1469-1474), estando consideradas obras maestras de la historia del arte.

Las vidrieras del siglo XV y la pila bautismal de Jörg Syrlin el Joven.

Pero sin duda, lo más destacado es subir los 768 escalones de su torre. Y a ello nos pusimos. Que no cunda el pánico, porque hay una galería a mitad de camino para descansar. Aquí se exponen fotografías de otras catedrales importantes del mundo, indicando la altura de sus torres. Aquí podemos ver las catedrales de Sevilla (114 mts.) y Burgos (90 mts.) entre otras muchas.

Se suben en total 150 metros de los 161 que mide la torre. Y los últimos 20 metros forman la aguja de la torre, con lo que el ascenso es por una estrecha escalera de caracol.

Ni que decir tiene que las vistas desde arriba son impresionantes. Asi se puede ver una inmejorable vista de la ciudad de Ulm en Baden-Württemberg y de Nuevo Ulm en Baviera y en días de cielo despejado se pueden ver los Alpes desde Säntis hasta el Zugspitze.

Estuvimos un buen rato admirando las vistas, y para que ocultarlo, tomando aliento, en lo alto de esta torre.

No vimos mucho más de la ciudad de Ulm, sobretodo porque nos quedaba un largo camino aun hasta Zurich. En cualquier caso no hay mucho más que ver. Hay que tener en cuenta que perdió esta ciudad mucho de su patrimonio en la Segunda Guerra Mundial.

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La gente de aquí parece que está muy orgullosa de la arquitectura de su ayuntamiento, Rathaus. Un moderno edificio de color blanco que se encuentra en la misma plaza de la catedral. Aunque a mi me parece que no pega ni con cola al lado de tan impresionante iglesia.

También está la pirámide de cristal de la Biblioteca Municipal creada por Gottfried Böhn, o el Museo de la Cultura del Pan (Museum für Brotkultur), que se ubica en un histórico almacén de sal, el Salzstadel. Con su colección de 14.000 objetos ilustra la historia del pan, así como su importancia para las personas y su fabricación. Debería de ser curioso este museo que no pudimos visitar, pero ahí queda su recomendación.

Los que si hicimos antes de continuar la ruta fue comprar en un supermercado situado, por cierto junto a un parking público, que es ideal para visitar el centro de esta ciudad. El parking es el Parkhaus Deutschhaus y el supermercado se encuentra en los grandes almacenes de la Galería Kaufhof justo al lado del edificio del parking, a pocos metros de la Catedral de Ulm.

Allí compramos avituallamiento, tanto para la cena como para los desayunos de los próximos días en Zurich, ya que preveíamos que íbamos a llegar muy tarde a la ciudad suiza y allí nos alojaríamos en un apartamento con cocina incluida.

Dejamos Ulm, alrededor de la 7 de la tarde. Vamos en dirección a Meersburg, 115 kms donde teníamos que tomar el ferry que cruza el Lago de Constanza. Llegamos sobre las 20:30 horas, ya de noche cerrada. Los ferrys que cruzan el lago tienen una frecuencia en las horas punta de cada quince minutos (entre las 6:00 y las 21:00) y no dejan de circular durante todo el día. El coste 3 € por persona y 8 € por el coche. La duración del viaje: 15 minutos.

Al otro lado se encuentra la bella localidad de Constanza, que no pudimos ver al ser de noche. De Constanza, ciudad alemana, a Zurich hay 70 kms, aunque la frontera suiza se encuentra, pegada a la ciudad.

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No es necesario sellar el pasaporte si entras por esta frontera, por lo que podríamos pasar la frontera sin detenernos, pero si hay un tramite importante que hacer. Hay que comprar la Swiss Highway Vignette. Un sellito que hay que poner en el cristal delantero de nuestro coche para poder circular por las carreteras de peaje de Suiza, sin temor a una multa. Cuesta 37 €, y se puede comprar en la frontera o en gasolineras, correos y oficinas de turismo, pero claro mejor hacerlo nada mas cruzar la frontera. Esta Vignette tiene una validez de un año.

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Llegamos a Zúrich sobre las 22:30 h. En los tres días que íbamos a pernoctar en Zúrich nos alojamos en un apartamento situado en la 10ª planta de la Swiss Star Tower, un edificio de doce plantas cerca de la estación de Oerlikon Ost.

El caso es que en un principio nuestra idea era alojarnos en Constanza (Alemania) y desde allí movernos hasta Suiza. La razón era que pensábamos que encontrar alojamiento en Zúrich iba a ser muy caro, no en vano, dicen que es la ciudad más cara del mundo. Llegamos incluso a reservar un hotel de Constanza. Pero unos pocos días antes del viaje, me dio por buscar si había algo asequible en Zúrich y encontré este apartamento, un poco retirado del centro de la ciudad, pero a muy buen precio, 66,43 € la noche. Es un apartamento pequeño pero bien equipado.

No hay servicio de recepción. Unos días antes te mandan un código por email y cuando llegas al recibidor del edificio metes ese código en una caja fuerte, se abre y recoges las llaves. Luego a la hora de marcharse solo tienes que dejar las llaves en un buzón habilitado para ello. Por suerte no hubo ningún problema para acceder al apartamento.

Ya lo único que quedaba era aparcar el coche en un lugar apropiado. Hay que tener cuidado pues en estas ciudades el tema del aparcamiento es complicado. En las zonas residenciales hay varias zonas habilitadas, unas para residentes, otras para los clientes de los negocios, con poco tiempo de uso y otras de parking por horas. Para descargar las maletas aparcamos en el lugar reservado para los clientes de una peluquería que hay en la planta baja del edificio.

Luego aparcamos en la zona blanca, de parquímetros, que a esas horas de la noche ya no había que pagar. Eso si al día siguiente a las 8 de la mañana hay que echar unas monedas si no queremos que nos multen.

Una vez bien aparcado el coche, subimos al apartamento, nos preparamos la cena y nos fuimos a dormir. Mañana Zúrich!!!.

 

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