Día 15º: 13 Ago: Blönduós – Thingeyrar – Vatnsnes – Reikjavik – Sandgerdi.

RUTA DEL DIA:

Blönduós – Thingeyrar: 53,3 kms.

Thingeyrar – Hvitserkur (Vatnsnesvegur): 8,2 kms.

Hvitserkur (Vatnsnesvegur) – Hvammstangi: 42,9 kms.

Hvammstangi – Borgarnes: 122 kms.

Borgarnes – Reikjavik: 69,1 kms.

Reikjavik – Sandgerdi: 56 kms.              TOTAL: 351,5 KMS.

Nos levantamos temprano y desayunamos antes de dejar el camping. Aun no habían abierto la recepción con lo que nos ahorramos pagar la noche que estuvimos aquí, al no ver personal alguno del camping que nos atendiera.

Empezaba así nuestro ultimo día de viaje en Islandia. En este ultimo día teníamos previsto recorrer la península de Vantsnes, donde habíamos leído que se pueden avistar focas.

Antes de llegar a la península llegamos a una de las mayores granjas de Islandia. Se llama Thingeyrar y es un lugar con gran importancia histórica. Aquí se reunían asambleas y en 1133 se construyó un monasterio. Este monasterio llegó a ser uno de los principales centros culturales de la isla. A comienzos del siglo XV la peste negra acabó todos los monjes de este monasterio excepto uno. Después en 1550 el centro se cerró tras la reforma protestante.

Hoy en día persiste una iglesia luterana construida en 1877 gracias al proyecto de Ásgeir Einarsson. La iglesia estaba cerrada cuando llegamos, aunque pudimos ver su interior a través de las ventanas.

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Junto a la iglesia se encuentra un edificio que es un centro de interpretación del lugar donde hay paneles explicativos sobre las historia del mismo y lo que es más importante unos WCs.

 

 

A parte de la iglesia, Thingeyrar es una importante granja, donde se cría el caballo islandés. Se trata de una especie autóctona de Islandia. Es un animal pequeño, casi como un pony, resistente y que sufre pocas enfermedades. La legislación islandesa prohíbe que los ejemplares exportados regresen a la isla, para prevenir posibles contagios. Al parecer su origen está en los ponys escandinavos traídos a la isla en los siglos IX y X. En Islandia se usa en las labores agrícolas, en muestras equinas, en la  hípica y también para el consumo de su carne.

 

 

Muy cerca ya de esta granja se encuentra la Península de Vantsnes. Esta península situada en la zona central de la Bahía de Húnaflói, es un paraje de gran importancia natural. Es una zona muy despoblada con apenas alguna granja desperdigada. Nuestra idea era la de rodear completamente la península a través de su carretera de la costa, la número 711, que está en un aceptable buen estado, aunque es estrecha, pero como tampoco hay mucho tráfico, no pasa nada.

La primera parada fue en Hvítserkur. Allí encontramos un parking donde dejamos el coche y a continuación seguimos un sendero que nos lleva un mirador sobre el acantilado desde el que se ve una curiosa formación rocosa. La leyenda cuenta que se trata de un troll que quedó petrificado por el amanecer al intentar destruir el monasterio de Thingeyrar. Otra gente dice que parece un rinoceronte.

 

 

En realidad la formación es el resultado de la intrusión de material ígneo en una fisura de rocas más antiguas. Con el tiempo, estos materiales fueron erosionados al formarse la bahía de los fiordos, quedando Hvítserkur al descubierto.

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Se puede bajar a la playa por un escarpado sendero, aunque nosotros permanecimos arriba. Desde donde además de la citada roca se ven unas espectaculares vistas de estos acantilados y toda la bahía.

 

 

Cerca del aparcamiento hay un pequeño café o bar, donde tomamos un té con unos bollitos de canela, antes de continuar nuestro recorrido. Aquí también puedes recabar información y obtener planos sobre la península.

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Continuando hacia el norte llegamos a un lugar donde había una casa grande, Osar. Por lo visto esa casa era un albergue aunque parecía estar cerrado o abandonado.

 

 

Desde la parcela donde se encuentra la solitaria casa, se inicia un sendero junto al mar donde se pueden apreciar unas preciosas vistas del mar de Groenlandia, con su intenso color azul.

Continuando por este sendero llegamos a una zona en la que se ven unos islotes, a pocos metros de la playa. Y allí pudimos ver varias focas echándose la siesta en la rocas. A simple vista bien parecen sacos de patatas, pero con el zoom de la cámara pudimos ver mejor a estos simpáticos animales.

 

 

A parte de la propia fauna de estas regiones árticas, pudimos ver una curiosa especie de planta popularmente conocida como el algodón ártico. Su nombre científico es Eriophorum. Son plantas que se dan habitualmente en hábitat ácidos, particularmente en la tundra ártica. Es una planta herbácea perenne con brillantes hojas verdes y las cabezas con semillas que se cubren con una masa algodonosa que transporta el viento para su dispersión.

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Podríamos haber estado más tiempo admirando tan tranquilo y solitario paraje, pero debíamos seguir pues aun nos quedaba un largo trecho hasta Reikjavik, así que nos volvimos a poner en marcha. Continuando por la carretera 711, pasamos cerca del único restaurante de la península de Vantsnes, se llama Geytafell Seafood Restaurant, y por toda la península vas viendo carteles anunciativos del mismo. Seguro que se come muy bien allí.

Poco a poco vamos circundando completamente la península hasta llegar a Hvammstangi. Esta pequeña ciudad al Norte de Islandia ya en 1846 se convirtió en un importante puerto comercial. En esta ciudad se encuentra la importante fabrica de productos de lana de Islandia, Kidka Wool. La que fabrica los típicos chalecos de lana que hemos ido viendo habitualmente por toda la isla.

 

 

También aquí se encuentra el Museo Folklórico de Reikir, que narra la historia de esta zona, del noroeste de Islandia y su cultura. Sin embargo, nosotros no estuvimos mucho tiempo en esta ciudad, ya teníamos ganas de llegar a Reikjavik, así que solo paramos en un pequeño parque que encontramos y en unas mesas del mismo nos preparamos el almuerzo, acabando con los últimos vivieres que nos quedaban.

Después de la comida continuamos hasta Reikjavik, ciudad de la que aún nos separaban casi 200 kms. El paisaje de este territorio tiene poco que ver con todo lo que habíamos estado viendo durante estos días en Islandia, se trata de una gran llanura, donde se localizan extensas granjas agrícolas y ganaderas.

Por la carretera 1, la Ring Road, llegamos hasta Borgarnes. Una localidad de unos 2000 habitantes situada sobre una península en el interior del fiordo de Borgarfjördur. Hoy en día esta ciudad es un importante centro de servicios y venta de productos para toda la región noroccidental de Islandia.

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Atraviesa la carretera 1, el fiordo a través de un largo puente, dejando a nuestra izquierda, en dirección a Reikjavik la imponente mole del glaciar Langjökull y el Eiriksjökull de 1645 metros de altura y que constituye la mayor meseta de la isla.

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Continuando por la carretera 1 llegamos al fin a Reikjavik. Impacta bastante entrar en Reikjavik después de tantos días recorriendo regiones tan salvajes y desérticas. Vemos al fin una gran ciudad con tráfico intenso, edificios altos, semáforos, naves industriales. Una gran ciudad de solo 180.000 habitantes, pero es que esto para Islandia es mucho, casi el 40% de toda la población del país. Algo así como si en España hubiera una ciudad de 18 millones de habitantes.

 

 

En Reikjavik lo que hicimos es recorrer más detenidamente que el primer día el histórico distrito 101. Serían ya cerca de las 7 de la tarde y así pudimos ver unas animadas calles con casas de vivos colores , con numerosos bares.

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En una plaza de este barrio se encuentra el edificio del Parlamento de Islandia, el Alpingihús. Este edificio se construyó en 1881, aunque para encontrar el origen del Parlamento islandés hay que remontarse varios siglos atrás, como ya pudimos comprobar en nuestra visita a Thingvellir. En concreto en el año 930, considerándose el primer parlamento del mundo.

 

 

Justo al lado del Parlamento, se encuentra la Catedral Luterana de Reikjavik. Uno de los monumentos más antiguos del país, se construyó en 1787, siendo remodelado varias veces durante el siglo XIX. Aquí se escuchó por primera vez el Himno de Islandia. Y frente a estos edificios esta el parque Austurvöllur, donde a los paisanos les gusta tomar el sol cuando hace buen tiempo. En el centro del parque el monumento a Jon Sigurdsson, el líder del movimiento de independencia de Islandia, en el siglo XIX.

Nos picó un poco el hambre y no queríamos dejar este país sin probar el que dicen es el mejor «perrito caliente» del mundo. Según dicen estos hotdogs se pueden comer en un humilde puesto situado en la calle Tryggvagata 1. Se llama Bæjarins Beztu Pylsur o bbp, y al parecer tiene fama mundial. En este puesto se preparan unas salchichas confeccionadas con tres tipos diferente de carne (cordero, cerdo y ternera) y dos tipos de cebolla (frita y cruda), además de una serie de condimentos poco habituales como el ketchup de manzana y el remolaði, una salsa islandesa a base de mayonesa. encurtidos, vinagre y cebolla.

Bueno, los probamos y si estaban ricos, pero vamos … son unos perritos calientes tampoco es que eso sea un plato gourmet de la más alta cocina mundial.

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Finalmente, antes de abandonar Reikjavik, decidimos acabar como empezamos cenando en el Restaurante Saegreifinn, en el puerto de Reikjavik. No podíamos dejar Islandia sin volver a degustar la exquisita sopa de langosta del Barón del Mar. Había en el local mucha más gente que cuando estuvimos allí, hace una semana.

De hecho, tuvimos que usar la opción take away. Por lo visto, el local tiene una capacidad para solo 50 personas. Así que no pueden servir a más de ese número de personas, con lo que hay que esperar en la cola hasta que te puedan atender, aunque veamos huecos en las mesas para sentarse. La opción para no tener que esperar es que te sirvan la comida en unos recipientes de cartón y tomarlo fuera.

En cualquier caso, hay unas mesas fuera, donde pudimos acomodarnos para cenar. En esta ocasión las sopas de langosta las acompañamos con una brocheta de langostinos. Todo muy rico, como no podía ser de otro modo.

Después de la cena, llegó el momento de dejar Reikjavik, en dirección a Sandgerdi. Un pueblito costero a 9 kms. del Aeropuerto de Keflavik, en donde íbamos a pasar la última noche en Islandia.

Se nos hizo de noche en el camino de Sandgerdi. El camping donde dormiremos esta noche se llama I-Stay. Nos costó un poco localizarlo y cuando llegamos ya era noche cerrada. Como al día siguiente teníamos que levantarnos muy temprano, pues también nos ahorramos el pago de la estancia, al no ver personal alguno del camping por allí. El precio de la estancia para los que paguen es de 19,16 €. Es un camping, por lo que pudimos ver, bastante bien equipado, que tiene incluso cabañas de madera.

Empezó a llover mientras nos preparábamos para pasar la noche. La última de nuestro viaje… Ay, que penita!.

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