Día 14º: 12 Ago: Husavik – Akureyri – Blönduós.

RUTA DEL DIA:

Husavik – Godafoss: 47,2 kms.   

Godafoss – Akureyri: 52,5 kms.

Akureyri – Grafarkirkja: 127 kms.      

Grafarkirkja – Blönduós: 79,7 kms.     TOTAL: 306,4 KMS.

Hubo que madrugar bastante para llegar a tiempo al puerto de Husavík a embarcar en nuestra excursión a la caza (fotográfica) de ballenas. Después de desayunar llegamos al puerto de Husavík con tiempo suficiente para dar un pequeño paseo por este encantador pueblo.

Husavík se encuentra en el mar de Groenlandia, en la bahía de Skjálfandi. a unos pocos kilómetros del Circulo Polar Ártico. En los últimos años este puerto pesquero se ha convertido en la capital europea del avistamiento de ballenas. Los cetáceos más comunes en Islandia son las ballenas Minke (cuya carne se consume en Islandia), miden de 7 a 10 metros, pesan 10 toneladas y todavía no están en peligro de extinción. También pueden avistar orcas, marsopas pequeñas, ballenas de nariz de botella del norte, ballenas sei, ballenas piloto, ballenas fin, ballenas jorobadas, diferentes especies de delfines y, en ciertas ocasiones, la ballena azul.

Después del breve paseo, nos dirigimos al barco en el que íbamos a llevar a cabo la expedición, el Salka. La excursión dura unas tres o tres horas y media y dicen que si no se ven ballenas nos devuelven el dinero. Lo primero que hay que hacer es enfundarse unos monos de abrigo, pues en alta mar el frio es muy fuerte. Una vez bien pertrechados salimos del puerto. Las montañas que rodean la bahía decoran un precioso panorama ártico con los montes Vinafjöll y Kinnarfjöll al fondo.

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Una guía nos va relatando, en inglés, lo que vamos viendo. Y así llegamos al punto donde deberían verse las ballenas. Por el camino vemos también algunos frailecillos, gaviotas  y cormoranes. Primero vimos a lo lejos algunas orcas y delfines saltando.

Las ballenas costó más verlas. Vimos a lo lejos cuando salíamos del puerto una saltando, pero de cerca solo las vimos pasar y zambullirse mostrando la cola. No tuvimos demasiada suerte. Lo bueno hubiera sido haberlas visto saltar, pero las ballenas eso lo hacen cuando les da la gana no cuando nosotros se lo pidamos.

En fin, pasaron las más de tres horas y hubo que regresar al puerto. Durante el camino de vuelta la tripulación nos ofreció una taza de chocolate y un bollito de canela, para entrar en calor.

Cuando llegamos a puerto era ya una buena hora para almorzar, así que esta vez en vez de sacar nuestro kit de cocina, decidimos comer en un Fish & Chips del puerto antes de continuar nuestra ruta del día. Una comida bastante sabrosa y a un precio muy asequible.

Después del rico almuerzo, volvimos al coche para continuar nuestro viaje, no sin antes detenernos a echar una última vista de este bonito pueblo tan pesquero, y ballenero.

Salimos de Husavik y nos dirigimos hacia la cascada Godafoss, o cascada de los Dioses. Se encuentra a algo más de media hora de camino. Esta cascada es una de las más espectaculares y famosas de Islandia. Su nombre se debe a un capítulos de la historia islandesa que se relata en el Islendigabók, obra escrita por un sacerdote islandés en el siglo XII. En el libro se cuenta que allá por el año 1000 el hombre de leyes Porgeir Ljósvetningagodi, declaró oficialmente la cristianización de Islandia y para ratificar este hecho, lanzó los iconos paganos a los que adoraban los habitantes de la isla a esta cascada.

En esta cascada las aguas del río Skjálfandafljót, uno de los más caudalosos de Islandia, se precipitan en una caída de 12 metros de alto por unos 30 metros de ancho.

Hay un mirador en un prominente rocoso desde donde se ven unas vistas espectaculares de la cascada.

Admirados, una vez más, de la belleza de una cascada, que iba a ser la última que veríamos en nuestro viaje, continuamos la ruta en dirección a Akureyri. Esta ciudad es la capital del norte de Islandia y segunda más importante del país, detrás de la aglomeración de Reikjavik. En cualquier caso no es una ciudad gigantesca, ni mucho menos, pues tiene solo 18.000 habitantes. Su localización dentro de un fiordo la protege, relativamente, de las inclemencias del tiempo, de tal modo que su puerto de aguas libres no se hiela en invierno lo que supone un importante rol en la historia del país.

La ciudad, fundada en 1778 es un importante puerto pesquero y comercial. Igualmente la fertilidad de la zona hace que Akureyri sea también un importante centro agrario islandés.

Como bien digo antes, es una ciudad pequeña aunque tiene un coqueto centro histórico pleno de edificios de vivos colores, bastante animado sobre todo en verano, con numerosos bares y restaurantes. Paramos en una librería-cafetería, que se llama Eymundsson,  para tomarnos un té con un pastelito. Un sitio muy agradable.

Después paseamos un rato por la principal calle comercial de la ciudad, la calle Hafnarstraeti. Allí vimos algo muy característico de la tradición islandesa: la creencia en la existencia de duendes, trolls y otras criaturas místicas en Islandia. Hay cientos de historias relativas a ellos. La creencia es parte de la cultura, y algún peso tiene, ya que carreteras y proyectos de construcción se han visto alterados o incluso detenidos para no molestar a estos extraños personajes.

En cualquier caso en muchas familias colocan en sus jardines pequeñas casitas de madera, llamadas alfhol (casas de duendes). Incluso hay una escuela de duendes en Reikjavik donde los estudiantes aprenden sobre todo lo que se conoce sobre elfos y personas ocultas, como gnomos, enanos, hadas, trolls, espíritus de la montaña, así como otros espíritus de la naturaleza y seres míticos en Islandia y de otros países. Así que vimos un ejemplo de esas curiosas casitas y de unos enormes trolls.

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El monumento más representativo de la ciudad es el iglesia de Akureyri, una iglesia luterana situada en lo alto de una colina, diseñada por Gudjón Samuelsson y que se terminó de construir en 1940. En su interior cuenta con un gran órgano de 3.200 tubos.

Bueno, pues después del té y del paseo, buscamos un supermercado para comprar los víveres para la cena del día y dejamos Akureyri para seguir en dirección hacia Blönduós que es donde pernoctaremos esta noche. Nos quedaba aun un largo camino y durante el mismo nos dirigimos hacia el lugar donde se encuentra la iglesia más antigua de Islandia; la Grafarkirkja. Se encuentra esta iglesia a una hora y media de coche de Akureyri, en medio de una solitaria y gran llanura entre granjas.

Esta iglesia data del siglo XVII y es también la más pequeña del país, llegando a pasar casi desapercibida, de no ser por los carteles que señalan su ubicación. La visita es auténticamente adorable. Está construida en madera y con una cubierta vegetal. Su interior es muy coqueto con su pequeño altar y los bancos de madera.

La iglesia estaba abierta y preparada para una celebración pues llegaba gente que además traía comida como para celebrar una fiesta.

Empezaba a hacerse tarde así que decidimos no perder más tiempo y encaminarnos hacia Blönduós en busca del camping donde pasaríamos la noche. El paisaje por esta zona de Islandia es bastante distinto a lo que habíamos visto hasta ahora. Es una vasta llanura con vallados que delimitan las lindes de las granjas agrícolas y ganaderas. En esto campos desperdigadas se encuentras muchas balas de paja envueltas en plásticos de distintos colores, seguramente almacenadas para el pasto de los animales caballos vacas y ovejas,  que se crían, en este lugar.

Después de una hora más de viaje llegamos a Blönduós, la zona urbana más grande de la bahía de Húnaflói en el noroeste de Islandia, con una población de alrededor de 880 personas. Llegamos al pueblo en medio de una densa niebla.

Nos alojamos en el camping Um Gladheimar. El precio 15,96 € por la noche. Sin embargo, cuando llegamos la caseta de recepción estaba ya cerrada y como cuando nos marchamos al día siguiente, aun no había abierto, nos ahorramos pagar por nuestra estancia.

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Llegamos al camping aparcamos nuestra camper y nos dispusimos a preparar la cena, filete y huevos, mientras veía en el móvil como tristemente se le escapaba al Sevilla F.C. la final de la Supercopa de España al fallar un penalti en el último minuto. Otra vez será. En cualquier caso, que bien estábamos comiendo en Islandia.

Y después de la cena a descansar. Mañana era nuestro último día en Islandia. El viaje se empieza a terminar.

 

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