RUTA DEL DIA: En avión. Hamburgo – Keflavik Ap,: 14:05 a 15:15 (2 horas menos de diferencia horaria). Total: 3 h 10 min.
Llegó el día de viajar a Islandia. Desayunamos un rico buffet que servían en un bar frente a la Estación Central, el Restaurante Pizzeria Capri, a 8 € por persona.
Después cogimos el S-Bahn, Linea S1 hasta el aeropuerto. Tarda 25 minutos en llegar al aeropuerto, y estos trenes tienen una frecuencia de paso de cada 10 minutos.
El vuelo de la compañía Icelandair, salía de Hamburgo a las 14:05 llegando al aeropuerto internacional de Keflavik a las 15:15 hora local, que son dos menos que en Alemania. El precio del vuelo 191,07 € por persona. Ya comenté en los Preliminares, la curiosa razón de elegir viajar desde Hamburgo a Islandia. La idea me vino de una película que vimos en La 1, en la que una chica de Hamburgo viajaba a Islandia en busca de su padre.
Antes de embarcar almorzamos en uno de los bares del aeropuerto. El vuelo fue muy tranquilo y llegamos a la hora prevista a Keflavik. Ya desde la ventanilla del avión se puede apreciar lo diferentes que van a ser los paisajes que vamos a ver el los próximos días respecto a lo que habíamos visto hasta ahora.
Islandia nos recibió con un día nublado, lluvioso y con un frío tremendo, junto un fortísimo viento que hacía que la sensación térmica fuera aún menor. Así que el contraste con el calor de los días pasados fue muy grande.
Lo primero que teníamos que hacer es buscar el transfer de la compañía de Rent a Car en la que habíamos reservado el coche para movernos por el país.
En esta ocasión, decidimos alquilar una furgoneta camper. Esto es una furgoneta con una cama en la parte de atrás. La idea era acampar con la misma en alguno de los muchos campings que hay por toda Islandia. Partimos de la base de que Islandia es un país bastante caro, y que encontrar alojamiento sobre todo en las zonas más remotas iba a ser caro y difícil de encontrar. Así que reservamos una furgoneta Dacia Dokker, que además estaba muy bien equipada, pues tenia calefacción independiente del motor en la parte de atrás y traía, ademas, un completo Kit de cocina consistente en un camping gas, platos, vasos, cubiertos, una sartén, un cazo y hasta productos de limpieza. También nos suministraron unos edredones y almohadas.
El precio del alquiler para siete días fue de 877,00 €. En ese precio se incluye el seguro de protección de grava (11 €/día) recomendable, pues las carreteras de Islandia no tienen muy buen asfalto y es fácil sufrir algún impacto de grava en cuanto te cruzas con otro coche. La compañía en la que alquilamos el coche fue Nordic Campers Car Rental. La web de la compañía es: http://www.nordiccampersiceland.com
Pues bien, entre los muchos transfer con su cartelito que buscaban a su cliente no se encontraba el nuestro, con lo que tuvimos que llamar a su oficina para reclamarlo. En el tiempo en que le esperábamos, aproveché para cambiar dinero, porque en Islandia no hay euros, su moneda es la corona islandesa o ISK, cuyo valor al cambio es 1 € = 135,14 ISK.
Bueno, pues apareció por fin el transfer y nos llevó a toda pastilla hasta la oficina de Nordic Camper, que se encuentra a unos 15 minutos del Aeropuerto de Keflavik. Allí como es habitual, en estos casos, nos dieron la furgoneta y nos explicaron las condiciones del contrato. Le comenté el viento que hacía y ellos, para nuestro pavor nos dijeron que eso no era nada, que cuando vayamos por la zona del este de Islandia, tuviéramos cuidado de agarrar bien las puertas del coche al abrirla pues podían salir volando. Horror!.
En fin, comenzaba la aventura. Los primero abrigarnos bien pues el frío era tremendo. Así que a sacar, mallas térmicas, polares y chubasquero, pues además llovía. Y ya, bien pertrechados nos dirigimos a Reikjavik, la capital de Islandia. Lo primero que hicimos fue ir hasta el Perlan Museum, que se encuentra en una colina, cerca de Reikjavik. Este es el museo que muestra las Maravillas de Islandia. Puede ser un buen punto de partida para conocer el país, y sobre todo desde el mirador de su cafetería se ven unas preciosas vistas de la capital.
Las exhibiciones del museo estaban en fase de renovación con lo que no entramos a verlas, pero si subimos a la cafetería mirador, donde lo primero que hicimos fue tomarnos un chocolate caliente para entrar en calor.
Una vez entonado el cuerpo, nos asomamos a la terraza para ver las vistas de la ciudad de Reikjavik. Donde entre muchas casas bajitas resalta la torre de la catedral de Reikjavik. Y ademas nos empezamos a maravillar de otra cosa que llama mucho la atención en este país, que no es otra que los impresionantes cielos de Islandia.
Terminamos de ver el Perlan Museum, y ya tocaba ir a Reikajvik. Pese a ser la capital de Islandia, es una ciudad pequeña, de unos 122.000 habitantes, alcanzando su distrito los 220.000 habitantes, pero es que Islandia solo tiene 340.000 habitantes con lo que en un país de un tamaño aproximado al de la isla de Irlanda o Andalucía, casi las dos terceras partes de la población vive en la capital, con lo que el resto del país está muy despoblado, considerando además que toda la población del país se concentra en la costa, pues el interior entre glaciares y volcanes es inhabitable.
El vocablo Reikjavik, en islandés significa «bahía humeante» y esto es debido a los vapores de aguas termales que hay en su subsuelo. Se cree que el primer asentamiento de los noruegos, que colonizaron este país en el año 870, liderados por Ingólfur Arnason se estableció aquí.
Mañana visitaremos mas detenidamente esta ciudad. En el dia de hoy lo que hicimos es ir a cenar. Para ello, escogimos la famosa taberna-restaurante Saegrifinn, que significa el Barón del Mar. El propietario era un pescador que cocinaba el pescado fresco que traía de su propia tienda al lado del restaurante. Este señor murió en 2015, pero sus antiguas empleadas siguen gestionando el local con mucho éxito. El restaurante se encuentra en el puerto de Reikjavik.
El menú es bien sencillo: La mítica y deliciosa sopa de langosta, brochetas de pescado y gambas y carne de ballena. Todo ello a un precio muy asequible tratándose de Islandia. Tu señalas qué pescado deseas comer de una vitrina que hay en un lado del pequeño local y ellos te lo cocinan inmediatamente.
El local es pequeño y muy rustico, los asientos son barriles con un cojín y las mesas tablas alargadas. En las paredes fotos del famoso Barón del Mar y motivos de pescadores.
Nosotros tomamos la sopa de langosta, espectacular. una brocheta de pescado y un filetito de carne de ballena. El precio total fue de unos 35 €. La carne de ballena es roja y asemeja a la carne te ternera. Para beber, agua del grifo que es gratis, y muy rica por cierto.
Después de tan deliciosa cena, nos fuimos al camping donde pasaríamos nuestra primera noche en Islandia. El camping se encuentra en la calle Sundlaugarvegur, 34, cerca del estadio de fútbol y la piscina de la ciudad. Se llama Reykajvik Eco Campsite. El precio es de 19,50 € por persona/noche. Hay que decir que los campings en Islandia no tienen nada que ver con los que conocemos por aquí. En muchos casos, apenas consisten en una cabaña de madera con pocas duchas y aseos, y algún fregadero para lavar platos y unas pocas mesas de madera para comer. Este de Reikjavik es el mejor de todos los que conocimos en este viaje, y probablemente no pasaría los controles de calidad de cualquier camping de España.
Compramos en la pequeña tienda del camping algo de comida para el desayuno del dia siguiente (leche, zumos y pan) con que acompañar las viandas traídas desde España (blisters de jamón ibérico y aceite de oliva) y como no había mucho más que hacer, nos preparamos nuestra Camper para dormir. Había que echar para adelante los asientos y extender la colchoneta. Una cosa a tener en cuenta: Estamos en regiones árticas y en verano anochece muy tarde y a las cuatro de la mañana ya es de día, así que para que el sol mañanero no nos despierte demasiado pronto, es recomendable tapar las ventanas y parabrisas delantero. Para ello cogí unos periódicos de la recepción del camping, y la tarea de cada noche era cubrir con ellos estas ventanas, que no estaban tintadas como las de detrás.
Así terminó nuestro primer día en Islandia. Esto no había hecho más que empezar.