El séptimo día de nuestro viaje. Ultimo día en Hamburgo y último día también, de la primera parte de nuestro viaje. A partir de mañana, el viaje será muy diferente.
Amaneció un espléndido y caluroso día soleado y después de desayunar en bar de la Estación Central, fuimos al metro para coger la línea S11 que nos llevaría al pintoresco barrio de Blankenese, conocido como «la perla del Elba«. Se encuentra a una media hora en transporte público de Hamburgo.
En un principio fue una aldea de pescadores. En la actualidad Blankenese es un barrio residencial de gente adinerada, que se edificó en una colina a orillas del Elba. Aquí encontramos unas espectaculares casas y mansiones, que nos dan la impresión de estar en un pueblo de la Riviera francesa más que en el norte de Alemania.
La estación de Blankenese se encuentra en la parte alta del barrio y desde allí se puede ir caminando hacia el Treppenviertel o «barrio de las escaleras», donde se encuentran las mas bellas casas, en un laberinto de callejuelas con un sinfín de escaleras que va descendiendo hasta las mismas orillas del Elba.
Es un barrio vetado para el trafico rodado, los innumerables escalones y cuestas hacen imposible que cualquier vehículo a motor. Podemos disfrutar de la vista de preciosas casas y jardines, distribuidos de una forma deliciosamente anárquica.
Las escaleras van descendiendo hasta llegar a las orillas del río Elba. Aquí junto al río hay un sendero que lleva hasta el barrio de Altona, de unos 8,5 kms. Y mas allá se llega hasta Hamburgo. Desde aquí se ven las mejores vistas de las casas del Treppenviertel.
Continuamos paseando por las orillas del río hasta llegar a un club náutico. En este paseo vimos como entraban por el río los buques mercantes. También vimos alguna playa de arena fina y pequeños embarcaderos.
Junto al Club Náutico hay una parada de bus. Los autobuses de Blankenese son conocidos como Bergziegen, literalmente «Cabras de Montaña«. Son minibuses capaces de moverse por las empinadas callejuelas del Treppenviertel. Tomamos uno de ellos y así nos ahorramos que tener que subir estas cuestas para volver a la estación.
Ya en la estación tomamos el S-Bahn de la linea S11, de regreso. Pero en vez de llegar a Hamburgo, nos detuvimos en Altona. Durante varios siglos Altona fue una ciudad independiente, hasta que en 1938 pasó a formar parte del Gran Hamburgo, convirtiendose en un Distrito más de esta ciudad.
Es un barrio bastante elegante con varios parques y un paseo fluvial junto al río Elba. Está situado junto el Reeperbahn, el barrio caliente de Sankt Pauli. Los domingos por la mañana se celebra un popular mercado de pescado en su puerto, el Fischmarkt, que nosotros no pudimos ver al ser lunes.
La verdad es que no nos detuvimos mucho en este barrio. Solo paramos para comer en un bar cerca de la estación, y paseamos por el parque de la Plaza de la República donde hay una preciosa fuente monumental Stuhlmannbrunnen, en honor Günther Ludwig Stuhlman, que fue quien proyectó y ejecutó las obras del gas y agua de Altona.
Al final de este paseo se encuentra el Altonaer Rathaus, que fue el Ayuntamiento de la ciudad independiente de Altona desde 1898 hasta la anexión al Gran Hamburgo en 1938.
Dejamos ya Altona y regresamos a Hamburgo. La siguiente visita es la iglesia más emblemática de la ciudad. Se trata de la iglesia de San Miguel o Sankt Michaelis, situada en el Barrio de Neustadt, con su elevado campanario al que se le conoce como el Faro de Sankt Michaelis, al ser lo primero que veían los navegantes al acercarse al puerto de Hamburgo.
Este campanario barroco mide 132 mts de altura y desde su campanario se ven unas preciosas vistas de la ciudad. La primera iglesia de Sankt Michaelis, se construyó entre 1647 y 1669, pero un rayo la destruyó en 1750. En 1786 se construyó la iglesia que ahora podemos ver. La entrada que permite visitar la cripta y subir a la torre, cuesta 7 euros.
El interior de la iglesia en estilo barroco alemán, destaca por sus cinco órganos y tiene capacidad para hasta 2500 personas. La pieza central de la iglesia es su altar mayor de 20 metro de altura. También merecen un vistazo el púlpito o la vidriera de la entrada.
A continuación subimos a la torre, Der Michel. Hay un ascensor para subir a lo alto de la torre. Desde aquí se ven las mejores vistas de la ciudad.
El tercer punto de la visita es su cripta. Una preciosa cripta abovedada de bajos techos, donde se encuentran tumbas, entre las que destacan la del compositor Carl Philipp Emanuel Bach y la de Ernst Georg Sonnin, que fue el constructor de esta iglesia.
También en la cripta hay una exposición, «Michaelitica» sobre la historia de esta iglesia y una película sobre la Historia de Hamburgo y sus cinco iglesias principales.
La iglesia es bella por dentro pero también lo es por fuera. Hay que detenerse en la imagen del arcángel San Miguel, de grandes dimensiones que se encuentra sobre la puerta principal de acceso y también en la puerta trasera de bello diseño barroco. Esta iglesia tuvo la gran suerte de quedar casi ilesa durante la Segunda Guerra Mundial con lo que se conserva igual que cuando se construyó.
Una vez visitada la iglesia de San Miguel, no hay que dejar de pasar una visita a los edificios históricos de Krameramtsstuben. Están justo detrás de la iglesia. Construidos con un entramado de madera, eran los antiguos hogares para las viudas de miembros del Instituto Grocers. Datan de los años 1620 a 1700. El Instituto Grocers era una institución gremial fundada en 1375 por los comerciantes de la zona. Se construyeron 20 apartamentos para las viudas de los miembros fallecidos del Instituto. Con ello se pretendía alentar a estas señoras a dejar sus tiendas en favor de nuevos miembros. Las viudas recibían combustible y una modesta pensión por vivir aquí.
Estos edificios que sobrevivieron a la Segunda Guerra Mundial, hoy en día están ocupados por un bonito restaurante y tiendas de antigüedades, librerías y una tienda de tés y cafés.
También cerca de aquí encontramos la curiosa estatua en honor de la Zitronenjette. Henriette Johanne Marie Müller, conocida como Zitronenjette, nació en Dessau en 1841 y fue una figura popular de Hamburgo, que en las dos ultimas décadas del siglo XIX se ganó la vida vendiendo limones (en alemán Zitronen) en el barrio de Grasbrook durante el día y el los pubs de Neustadt por las noches. Su llamada gritando: «Zitroon! Zitroon!» mientras vendía los limones que llevaba en un cesto se hizo muy popular en esta ciudad. La buena mujer acabó sus días recluida en un asilo en 1894, debido a su embriaguez y enfermedad mental. Murió en 1916.
El monumento situado en la calle Ludwig-Erhardt-Straße, tiene una inscripción en alemán, que traducida dice: «Tu vida fue tan amarga como los limones; ¿el recuerdo en ti valdría?. Tu destino está apuntando a todas las personas para quienes la felicidad no tiene tiempo».
Continuamos el recorrido por la calle Willy Brandt Strasse, y nos encontramos con otro canal de edificios almacén, que recuerda a los del Speicherstadt que vimos ayer.
Más adelante llegamos a la Iglesia de San Nicolás, o St. Nikolai Kirche, de estilo neogótico. Era una de las cinco principales iglesias protestantes de Hamburgo. Fue el edificio más alto del mundo entre 1874 y 1876, y aun hoy en día es el segundo más alto de Hamburgo.
Hoy en día se encuentra en ruinas, debido a los bombardeos de la Segunda Guerra Mundial. Se ha dejado así como monumento conmemorativo de la barbarie de la guerra. La visión de estas ruinas genera pena y tristeza, de que los horrores de una guerra destruyan tantas cosas bellas, como hay en el mundo.
Tristeza y también melancolía como la que emana de las estatuas que hay en lo fue la nave central de la iglesia y las fotografías de la misma antes de los bombardeos. Había sido una iglesia realmente impresionante.
Esta iglesia esta ya muy cerca de la Plaza del Ayuntamiento. Llegamos a ella caminando por la calle Grosse Johannisstrasse, atravesando una zonas de tiendas y centro comerciales. Y desde allí, llegamos a lago Alster, donde terminamos la ruta del día.
En el lago Alster estuvimos un buen tiempo relajándonos con los cisnes que pasean por el lago. Como el día era esplendido para estar en la calle, había mucha gente paseando por las orillas del lago. Y es que, realmente, se estaba muy a gusto allí.
Cenamos en un espacio gastronómico que había junto a este lago, en el Europa Passage. Allí hay distintos restaurantes de comidas de todo tipo y para todos los gustos y precios. Nosotros elegimos uno de comida oriental, donde comimos unos calamares y gambas rebozados. Estuvo aceptable sin más. Tampoco podíamos elegir mucho más porque el centro comercial estaba a punto de cerrar.
Después de la cena, nos queda solo una última cosa que hacer antes de retirarnos al hotel. Queríamos volver a donde estaba el Castillo del Agua, en el barrio de los almacenes, Speicherstadt, para ver los canales con la iluminación nocturna. Para ello bastaba con coger la linea de metro U1 hasta la parada de Messberg.
Faltaba muy poco para que cayera la noche cuando llegamos allí. Ya había mucha gente con sus trípodes y cámaras preparados para tomar una de las fotos más típicas de Hamburgo. Y la verdad es que ver los reflejos de las luces de los alamacenes y del Castillo del Agua, reflejados en las calmadas aguas del canal, bien valen no una, sino muchas fotos. Y eso es lo que hicimos.
Estuvimos un buen rato aquí, disfrutando de tan bellas vistas. Y sería cerca de la 22:30 h cuando decidimos regresar a la parada de metro para coger la línea que nos llevará a la Estación Central, que se encuentra muy cerca de nuestro Hotel.
Antes pudimos tomar otra preciosa fotografía de la torre de la Iglesia de Santa Catalina, reflejándose en el canal exterior del Speicherstadt.
Esta fue nuestra última foto de Hamburgo. Y con ello, terminó la primera parte de nuestro viaje del verano de 2018. Nos queda un buen recuerdo de esta ciudad. Una ciudad muy viva, moderna e interesante para visitar.
Ya mañana empieza la otra parte de nuestro viaje. La que más ilusión nos hacía cuando planificamos nuestras vacaciones de este año. La «Tierra de Hielo y Fuego«. Islandia. Preparados para las emociones fuertes.