Día 15º: 16 Ago: TALLINN

Llegó el día de visitar Tallinn. Esta ciudad, sin duda, puede considerarse la joya de los Países Bálticos. Posee uno de los cascos urbanos medievales mejor conservados de toda Europa.

Pasear por las calles de Tallinn es recrearse en tantas historias de caballeros medievales con espada y damas en sus torres, leyendas de dragones y mazmorras. Es una ciudad con magia, con un encanto singular que nos atrapó totalmente. Visitar Tallinn es perderse por sus calles que nos sorprenden a cada paso.

La primera mención de Tallinn como ciudad aparece el la obra del cartógrafo almorávide Muhammad Al-Idrisi en 1154, describiendose como una pequeña ciudad o fortaleza, bajo el nombre de Kaluria.

Adquirió gran importancia estratégica como puerto entre Escandinavia y Rusia, lo que la convirtió en objetivo de ordenes religioso-militares germánicas y del Reino de Dinamarca durante las cruzadas bálticas del siglo XIII.

En 1219 Tallinn y el Norte de Estonia, cayó bajo dominio de Dinamarca, que construyeron una fortaleza en la colina de Toompea. Posteriormente y tras un largo asedio la orden germánica de los Hermanos Livonios de la Espada conquistaron la ciudad en 1227.

En 1285 la ciudad se convirtió en la más septentrional de la Liga Hanseática, una organización comercial y defensiva, controlada por los alemanes. Perteneció a esta Liga hasta 1865. Tallin experimentó un rápido crecimiento económico al convertirse en un puerto clave de la Liga Hanseática entre Nóvgorod y Occidente. Se transportaban pieles, miel, cuero y grasa de foca hacia el oeste y sal, arenques, telas y vino hacia el este. Además, la lengua alemana comenzó a adquirir una preponderancia que no perdería hasta 1889 cuando dejó de ser el idioma oficial en Tallin.

En 1343 la Orden Teutónica adquirió el territorio de Tallinn a los daneses por «1000 marcos», con lo que los germanos sumaban el dominio político al económico que ya poseían, gracias a la Liga Hanseática. A Dinamarca únicamente le quedó el poder eclesiástico dirigido desde Lund.

La Reforma Luterana reforzó la influencia germánica y la ciudad se convirtió al luteranismo en 1525.

Sin embargo la Orden Teutónica se desmoronó tras la ofensiva de Rusia y así Tallinn se puso bajo el vasallaje de Suecia que se erigió en protector del Norte de Estonia frente al zar Ivan el Terribel que asedió la ciudad entre 1570 y 1571.

La ciudad permaneció en poder sueco hasta la Gran Guerra del Norte en 1710, cuando se capituló ante el Imperio Ruso. Sin embargo las instituciones locales mantuvieron su independencia económica y cultural dentro de Rusia por medio del Ducado de Estonia, llegando incluso a mantenerse el alemán como el idioma oficial para el comercio.

Asi se mantuvo el estatus, hasta que tras la Primera Guerra Mundial, el Imperio Ruso cayó tras la Revolución Bolchevique de 1918. Sin embargo, Estonia consiguió resistir y permanecer como estado independiente hasta 1940. A partir de ahí quedó anexionada a la URSS, hasta que finalmente recobró su independencia en 1991.

Históricamente, Tallin ha consistido de tres partes:

  • la «Colina de la Catedral» (Toompea), donde se situaba la autoridad central, primero de los obispos, luego de la Orden, y de la nobleza Báltica; hoy es sede del gobierno estonio y de varias embajadas y residencias.
  • la Ciudad Vieja, que es la antigua ciudad hanseática, la «ciudad de los ciudadanos». Esta parte de la ciudad no estuvo administrativamente unida a Toompea hasta finales del siglo XIX. Fue centro del comercio medieval de la sal, gracias al cual prosperó y creció económicamente.
  • la ciudad que se extiende al sur de la ciudad antigua, donde los estonios se establecieron. Estos no formaron la mayoría de la población de Tallin hasta mediados o fines del siglo XIX.

Pues bien, después de este breve inciso histórico paso a describir nuestro día en Tallinn.

Tomamos un tranvía cerca de nuestro alojamiento que nos llevó hasta la Puerta Viru, que conformaba el acceso oriental a la ciudad medieval. Y es que el casco viejo de Tallinn se encuentra rodeado por un completo y férreo sistema de murallas y torreones capaces de soportar cualquier embestida de los enemigos ya sea por tierra o por mar.

Las dos torres que conforman la Puerta Viru fueron levantadas en el siglo XIV y son los restos más antiguos que se conservan de la primitiva muralla. Desde esta parte se despliega la calle Viru, que lleva hasta la emblemática Plaza del Ayuntamiento. Esta calle es la principal via de acceso turístico a la ciudad medieval, estando por ello jalonada de numerosos cafés, restaurantes y tiendas de souvenirs.

A través de esta calle, llegamos al auténtico corazón de la ciudad, la Plaza del Ayuntamiento o Raekoja plats. La vista en 360º grados de la plaza te deja impresionado con el colorido suave de las fachadas medievales de los edificios que la configuran.

El edificio principal como no podía ser de otro modo, el Ayuntamiento. Tallinna Rackoda, de estilo gótico y erigido entre 1402 y 1404. la verdad es que a simple vista tiene aspecto de iglesia con su larguísima torre octogonal. A destacar también las gárgolas en forma de dragones en la base del tejado. La veleta de la torre se erige en un símbolo de la ciudad. Aquí se le conoce como el Viejo Tomas, Vana Toomas, y es la imagen de un soldado medieval.

En una esquina de la plaza se encuentra la Farmacia más antigua de Europa (Raeapteek), de 1422. Es un lugar que hay que visitar, para ver sus aparatos de medición, sus hierbas medicinales o sus libros de farmacopea. La visita es gratuita y además se puede ver a través de sus ventanas una bonita vista de la plaza. Muy interesante la tienda de antigüedades que hay subiendo las escaleras del edificio.

Junto a la farmacia está el callejón del pan, Sajakang , que lleva hasta la Iglesia del Espiritu Santo (Pühavaimu kirik). En la pared de esta iglesia está el muy bonito reloj del siglo XVII, el reloj público más antiguo de Estonia. La iglesia tiene el interior tallado de madera y un altar pintado por Bernt Notke en el siglo XV.

Desde aquí las calles Pikk (larga) y Lai (ancha) llevan hasta el puerto de Tallinn. Pero nosotros seguimos recorriendo las callejuelas del centro medieval.

Y para calle medieval el Pasaje de Santa Catalina, Katariina käik. Se encuentra cerca de la Puerta Viru. Este lugar directamente te traslada al siglo XIII. Los muros de un antiguo monasterio dominico hacen de pared en esta vía abovedada. Frente a esta pared se encuentran pequeñas tiendecitas de artesanos y joyeros, como también una tienda de muñecas, absolutamente adorable.

Cerca de las calles Pikk y Lai se encuentra la Iglesia de San Olaf, cuya torre es fácilmente visible por toda la ciudad, gracias a su torre de 123 m. En la edad media llegó a ser el edificio más alto de Europa, como ya se mencionaba en 1267.

Llegó la hora de almorzar y de entre los innumerables sitios que se pueden encontrar para ello en Tallinn, nosotros encontramos una genial taberna medieval súper auténtica. Se llama Draakon y se encuentra en los soportales del Ayuntamiento.

Entrar en Draakon es transportarte a una autentica taberna medieval. Con iluminación exclusivamente a base de velas, el menú que ofrece esta taberna es bien sencillo: Una sabrosa sopa, unas costillas de ternera, salchicha o unas empanadillas rellenas. Para acompañar unos pepinillos en salmuera que se pueden coger con un palo con un pincho de un viejo barril. Para beber cerveza rubia o negra, servidas en una jarra de barro. Nada más fácil y nada mas bueno.

Todo es auténtico en esta taberna: No hay cucharas ni tenedores, la carne se corta con un cuchillo y se pincha en un palillo. La sopa se bebe a sorbo directamente del cuenco de barro y servilletas de papel de estraza. Hasta el WC era auténtico lo mismo que el vetusto mobiliario o el vestuario de los camareros.

Hay otro famoso restaurante medieval el Olde Hansa. Se encuentra a la espalda del Ayuntamiento, llegando por la calle Viru. Es más turístico y sus precios pueden ser un poco más elevados, pero también tiene su encanto.

Después del almuerzo continuamos nuestro recorrido por la ciudad vieja de Tallinn. Y un recorrido imprescindible es el que se hace rodeando las murallas medievales de la ciudad. Tallinn no sería Tallinn sin sus largas murallas salpicadas de torres altas con sus clásicos tejadillos de color rojo. Entre bastiones, polvorines y torretas de vigilancia la ciudad dormía tranquila ante las acometidas procedentes del Mar Báltico o de sus países vecinos. Y la mayoría de esas murallas y torreones se mantienen hoy en día, conservándose casi 2 kms de las mismas.

Es posible recorrer las murallas y torreones bien desde abajo o bien desde muchas de las pasarelas que tienen arriba con las que disfrutar de otra vista diferente de la ciudad. Estas “zonas abiertas” al público se dividen en distintos tramos y suelen contar con unos precios que rondan los 3-5€ por visitante. Igualmente muchas de las torres se han convertido en museos aparte, algunos de los cuales son bastante interesantes.

A estas torres y murallas se va accediendo a través de innumerables pasajes, escalinatas, puertas de acceso. La mejor forma de hacerlo es dejándose llevar e ir descubriendo rincones a cada paso.

El recorrido se puede comenzar por la Torre de la Doncella o Neitsitorn, del siglo XIV es la única de planta cuadrada. Y su nombre irónicamente le viene por haber sido cárcel de prostitutas.

Junto a esta torre se encuentra un patio donde podemos ver unas siniestras estatuas de unos monjes, para recordar la existencia de un antiguo convento en este lugar. Se puede subir por aquí hasta el corredor superior de la muralla, a través de una estrecha escalera con enormes peldaños. En lo alto, además de una bonita vista se puede tomar un buen té o café con dulces en la pequeña cafetería que hay.

Otra torre destacable es la llamada «Margarita la Gorda» o
Paks Margareeta. Construida en 1518, se llama así por su
insólito diámetro de 24 metros y por los 4 metros de espesor que alcanza el muro en este punto. Construída como torre de artillería, alberga desde 1935 el Meremuuseum (Museo de la Marina Estonia). Junto a esta torre se encuentra la «Gran Puerta de la Cuesta», una de las seis entradas que en sus origenes daban acceso a la Ciudad Vieja de Tallinn.

A través de esta puerta se puede acceder a la Colina de la Catedral, Toompea, desde donde se puede ver las mas bellas vistas de la ciudad. En esta colina se encuentra la bella catedral ortodoxa. La Catedral Alexander Nevski, consagrada el 30 de abril del año 1900, es un pedacito de la Rusia aún zarista que anexó a las Repúblicas Bálticas. Ese significado hizo que los estonios no le tuvieran demasiado cariño y en 1924 se aprobó su demolición. Afortunadamente, y a la vista está, no llegó a llevarse a cabo jamás y hoy en día podemos disfrutar de uno de los templos religiosos más atractivos de la ciudad.

Junto a la Catedral Ortodoxa se encuentra el Parlamento de Estonia y los restos del Castillo de la ciudad.

Ascendiendo por la colina de Toompea, se pasan por callejuelas con un maravilloso encanto. No hay que dejar de ver sus casas, con fachadas de distintos colores y hermosas puertas.

Y por estas calles llegamos al mejor mirador de la ciudad: El Mirador Patkuli. Las vistas de la ciudad desde aquí son espectaculares. El mejor lugar para admirar toda la belleza de Tallinn.

Tan bellas vistas que hasta las gaviotas se paran aqui para admirar el paisaje.

Poco a poco fuimos descendiendo hasta llegar por la puerta junto a la torre Margarita la Gorda hasta el Toompark, donde hay un monumento recordando la fecha de la independencia de Estonia, el dia 29 de septiembre de 1994.

En este punto del día, abandonamos el medioevo por un rato para visitar el palacio barroco de Kadriorg. Se encuentra en el este de la ciudad, y para llegar allí tomamos el tranvía, línea 3, junto a la puerta Viru.

Este palacio barroco se construyó por orden del Zar Pedro I en honor de Catalina I, su segunda esposa, por cierto era una mujer humilde de origen lituano. Kadriorg significa el Valle de Catalina en estonio. El palacio se empezó a construir en 1718 con el diseño del arquitecto italiano Niccolo Michetti, que también participó en la construcción del Palacio Petergoff de San Petersburgo.

Este palacio que fue poco habitado por los zares, fue residencia del presidente de Estonia hasta 1930. En la actualidad alberga el Museo de Arte Extranjero de Tallinn.

Se pueden visitar pomposos salones, con numerosas obras de arte y unos preciosos jardines con estanques. Visitar este palacio cuesta 6,50 €.

Después de visitar Kadriorg, regresamos a la ciudad vieja. Ya empezaba a atardecer. El bullicio de las calles, provocado sobre todo por los turistas de los cruceros por el Baltico, que atracan diariamente en esta ciudad, empezaba a desaparecer y pudimos admirar, casi en soledad, belleza de las calles de Tallinn, una vez más.

La tenue luz con la que se iluminan sus calles, le da un ambiente más mágico aun a esta ciudad que nos ha enamorado desde que la pisamos y que recordaremos siempre.

Se empezaba a hacer tarde y era ya la hora de cenar. Intentamos cenar en una bonita cervecería que encontramos cerca de la Plaza del Ayuntamiento, pero ya habían cerrado la cocina con lo decidimos repetir en la taberna medieval Draakon, donde ya almorzamos en este día.

Tallinn, sin lugar a dudas, fue el perfecto colofón a este inovidable viaje por Finlandia, Estonia y Letonia. Era la penúltima noche de nuestro viaje. Ya solo quedaba el regreso.

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