En este décimo día de nuestro viaje, después de haber pasado varias veces por Helsinki, por fin íbamos a visitar, de verdad, la capital finlandesa.
Tomamos el vuelo de Norweggian con salida de Rovaniemi a las 12:05, que llegaría a Helsinki en una hora y veinte minutos.
Los dos próximos días nos alojaremos en el Eurohostel, un muy buen albergue situado cerca del puerto de Helsinki en la calle Linnankatu, 9. El precio 61,81 € noche en habitación doble. El desayuno buffet, muy bueno por 10 €.
Helsinki se ha ido ganando a pulso su reputación de metrópoli de pequeño tamaño, con alta calidad de vida –bien es cierto que también cara- pero que se puede disfrutar en una atmósfera relajada, y con incesantes eventos culturales y artísticos. No en vano, en el 2012, fue declarada Capital Mundial del Diseño.
Iniciamos nuestro recorrido en la cercana Plaza del Mercado o Kauppatori. Junto al mar se sitúa todos los días un tradicional mercado de Pescado, lleno de tenderetes y puestos donde comer carne de reno, salmón y otros productos locales. También se pueden comprar los típicos regalos turísticos: pieles, gorros, cuchillos de caza, vodka finlandes, …
A unos 100 mts se encuentra el Mercado Viejo que data de 1889 y está cubierto. Hoy día es un centro de productos gourmet, bastante caro.
Después del almuerzo nos dirigimos a la cercana Catedral Ortodoxa Uspenski. Es la mayor de Europa Occidental. El ladrillo rojo intenso de sus muros destaca sobremanera así como sus cúpulas con un tono dorado. Es un clásico ejemplo de lo que fue la presencia y las raíces que dejaron los rusos en la ciudad. Se finalizó su construcción en 1.868, por el arquitecto ruso Gornostajev, y en su única nave la decoración es la representativa del estilo bizantino.
Se mantiene abierta todos los días, excepto el lunes. La catedral se ubica en una pequeña colina y desde allí arriba se ve una bonita vista del puerto de Helsinki.
El puerto de Helsinki tiene un gran ambiente. Sobre todo en días tan soleados como el que tuvimos. Hay incluso piscinas para disfrutar de un buen baño. Este puerto es también el lugar donde suelen atracar los barcos de cruceros por el Báltico. Y también aquí se coge el ferry que lleva a la isla de Suomenlinna, que visitaremos el día siguiente.
Muy cerca de la Catedral Uspenski y la Plaza del Mercado se encuentra el Puente del Amor, donde los enamorados pueden dejar constancia de su enamoramiento en forma de candado, con sus nombres y fecha de visita a la ciudad de Helsinki. Como podéis comprobar el nombre del puente es: Puente del Amor. En este caso dicho nombre no es algo de los turistas, si no de los propios políticos finlandeses, que ya debían tener claro cuál sería su finalidad.
La siguiente etapa de nuestro paseo por Helsinki fue el barrio de Kallio. Se sitúa en el extremo este de la ciudad. Se puede acceder a esta zona desde el centro de la ciudad con los tranvías 3B y 3T.
Anteriormente un barrio de clase obrera, este distrito relajado, singular y lleno de vida cuenta con una increíble selección de boutiques, cafeterías, restaurantes, bares y mucho más.
Kallio, al igual que el exclusivo barrio de Punavuori hace 20 años, ha experimentado una renovación tras atraer a una población joven, diversa y emprendedora. Y aunque su encanto decadente ha evolucionado en parte con la llegada de cafeterías modernas, locales para hacer un brunch y boutiques, el barrio sigue manteniendo su singularidad.
Para descubrir Kallio puedes empezar por la plaza del mercado de Hakaniemi. Se trata de un singular mercado centenario que vende de todo; desde verduras, pescado y pan recién hecho, hasta joyas y sellos vintage. Pasa la iglesia modernista de Kallio y dirígete a Karhupuisto (el parque del oso), que identificarás por su estatua del oso. Después, sigue explorando las calles de Fleminginkatu, Helsinginkatu y Vaasankatu, así como el pequeño barrio de Torkkelinmäki.

Después de una larga caminata, nuestros cuerpos pedían un descanso. Y encontramos un lugar perfecto en un pequeño lago rodeado de cesped cerca del Mercado de Hakaniemi que se llama, Eläintarhanlahti.
En realidad se trata de una bahia en el centro urbano de Helsinki. ay un sendero para peatones y bicicletas que va desde el parque Kaisaniemi hasta Kallio. También hay un puerto deportivo y un parque en el lado norte, tras el cual se encuentra el Teatro de la Ciudad.
El lugar y sobre todo el clima era ideal para tumbarse en el césped y relajarse un buen rato. En un puesto de helados cercano nos compramos una delicioso helado que mezclamos con moras del pantano, que compramos previamente en el mercado. Espectacular.
Una vez descansados, continuamos el paseo. Cruzando el cercano puente Pitkäsilta, dejamos el barrio de Kullio y paseando por la zona de los Ministerios llegamos de nuevo a la plaza Senaatintori, donde estuvimos el primer dia. Este paseo permite admirar la arquitectura de varios edificios gubernamentales.
Desde la plaza del senado se llega de nuevo a la Esplanada y de alli al centro comercial de Helsinki, donde cenamos nuevamente en un RAX el mismo establecimiento en el que comimos en Kuopio.
Y así terminó nuestro primer dia completo en Helsinki. Mañana más, … Y mejor.